La animación independiente empieza así
Una guía práctica para animadores que quieren pasar del papel a la acción, paso a paso y con propósito.
Muchos animadores y profesionales creativos soñamos con contar una historia propia. Pero, muchas veces nos quedamos atrapados al idealizar el proyecto en nuestra imaginación. Ya antes escribí sobre cómo cuando nos enfocamos demasiado en el resultado final, nos desanimamos al intentarlo, porque el trabajo en progreso no se parece (aún) al resultado final que queremos.1
En otros casos, soñamos con proyectos demasiado grandes o demasiado complejos, sin tener aún experiencia produciendo proyectos “pequeños”. En esos casos, corremos el riesgo de quedarnos atrapados en la etapa de las ideas, sumando personajes e historias, pero sin llegar a comenzar nunca, porque nunca terminamos de imaginar lo que podría ser.
Peor aún: Sabemos lo que queremos hacer, y tenemos claridad sobre el alcance del proyecto; pero sentimos que aún no estamos listos. Esperamos, en el futuro, sentirnos suficientemente preparados para dar el primer paso. Creemos que aún no somos lo suficientemente buenos como para producir animación independiente.
Y lo entiendo. Hacer animación es complejo, y producir un proyecto animado —aun uno pequeño— puede parecer imposible.
Pero la historia de la animación independiente sugieren todo lo contrario: Producir un animación independiente sí es posible; aún cuando uno está aprendiendo. Además, ahora podemos aprovechar de software libre (como OpenToonz2 o Blender3), y plataformas como YouTube para compartir nuestras propias historias con el mundo. Así que las barreras de entrada son menores que nunca.
Si ya tenemos una historia clara, el paso que sigue no es tener todos los recursos del mundo, ni esperar a ser “lo suficientemente bueno”. El siguiente paso es tener una estructura para comenzar. Y eso es justamente lo que vamos a ver en este artículo.
La idea de este artículo es formarnos una idea clara de cómo organizar un proyecto animado. Por eso, veremos una “guía general” de los pasos a seguir para producir un cortometraje animado desde cero, asumiendo que ya saben qué historia quieren contar.
Veremos las cuatro fases clásicas del proceso:
Desarrollo,
Preproducción,
Producción y
Postproducción.
Y aunque cada una de estas áreas se merece publicaciones dedicadas —y eventualmente las tendrá, si Dios lo permite— esta guía nos servirá como punto de partida.
Uno de los errores más comunes entre animadores principiantes es comenzar a animar sin haber pasado por un proceso de desarrollo sólido. La tentación de saltarse etapas puede ser muy fuerte, especialmente cuando sentimos emoción o urgencia por producir un proyecto que lleva años tomando forma en nuestra imaginación. Pero eso casi siempre lleva a frustración: los proyectos se alargan indefinidamente, se vuelven inmanejables, o nunca se terminan.
Por eso, antes de tocar el primer keyframe, es necesario sentar bases firmes.
I. Desarrollo (Development): sembrar con claridad
Esta es la etapa en la que definimos exactamente qué vamos a contar y por qué. Si ya tenemos una historia clara, ¡excelente! Pero no basta con tener una idea general. En esta fase debemos convertir esa idea en algo concreto, estructurado y viable. Por eso, necesitamos:
Un guion: Debemos escribir la historia —idealmente en formato de guion. Pero, si no sabemos suficiente sobre guión, al menos deberíamos escribirla en prosa. No nos confiemos en que la llevamos "en la cabeza". Ponerla por escrito nos obligará a tomar decisiones, establecer diálogos, y visualizar la narrativa con claridad.
La premisa y el mensaje: Preguntémonos: ¿Cuál es el tema central? ¿Qué queremos que el espectador entienda, sienta o reflexione? La animación es un medio de comunicación. Para poder hacer un proyecto animado correctamente, necesitamos saber qué queremos comunicar.
Duración estimada: Determinemos cuánto durará el corto. ¿Un minuto? ¿Tres? ¿Cinco? Cuanto más precisos seamos, mejor podremos planificar.
Público meta y tono: ¿A quién va dirigido el proyecto? ¿Qué tono tendrá? ¿serio, cómico, contemplativo?
Viabilidad: Este es el momento para que consideremos el presupuesto del proyecto; es decir, ¿cuánto podría costar hacer el corto que deseamos hacer?
Evaluemos nuestros recursos, más allá del dinero. ¿Lo haremos solos, o con un equipo? ¿Qué técnicas usaremos? ¿Qué podemos asumir de forma realista con nuestro tiempo y habilidades actuales?Colaboración: Si tenemos un equipo de personas (sean amigos, familia, o colaboradores profesionales) participando de la creación del corto, debemos definir quién se encarga de qué.
Muchas de estas preguntas, sólo podremos responderlas desde la experiencia previa. Si este es nuestro primer cortometraje, es muy probable que no sepamos cómo responder a algunas de ellas. No hay problema. Debemos recordar que podemos acercarnos a otros y consultar sobre su experiencia.
En esta etapa, lo importante es reconocer que estas preguntas son importantes, y buscar las respuestas.
II. Preproducción: preparar el terreno
Aquí es donde comenzamos a darle forma visual a la historia. La preproducción es donde se decide casi todo lo importante antes de producir una sola toma. Omitir esta etapa sería como construir una casa sin planos.
Planificación: Aquí debemos establecer un cronograma para el proyecto. La idea es definir qué haremos cada semana o cada mes. Aún si trabajamos solos, es bueno tener fechas claras porque nos ayuda a mantener el proyecto en orden, y a mantenernos motivados y enfocados.
Gestión del progreso: Esto aplica para todas las fases. Podemos usar herramientas para gestionar avances, compartir archivos, y mantener la comunicación clara. Hay herramientas profesionales de gestión de proyectos audiovisuales, como Autodesk Flow Production Tracking4 (antes conocido como ShotGrid), pero probablemente queramos empezar con algo más sencillo (y preferiblemente gratis). Hay muchas opciones.
Guía técnica: Debemos decidir los aspectos técnicos como la resolución, el framerate, formato de salida, qué software que vas a usar, y cuál será el pipeline básico.
Diseño visual: En esta etapa creamos el diseño de personajes, escenarios y estilo visual. Esto establece la identidad visual del corto. Aquí definimos una paleta de color, el tipo de líneas, texturas, etc. Sin importar si el cortometraje será 2D o 3D, el diseño visual siempre es necesario.
Storyboards: Dibujamos nuestra historia, escena por escena. Pueden ser bocetos simples o más elaborados. Lo importante es visualizar el ritmo, la puesta en escena, y la narrativa visual.
Animatic: Convertimos nuestros storyboards en un video básico, con tiempo y sonido. Si tenemos diálogos, así sea con grabaciones temporales, aquí es donde queremos incluirlos. Esto nos ayudará a calcular la duración total, establecer tiempos y anticipar problemas narrativos o de ritmo.
III. Producción: hacer el trabajo visible
Esta es la etapa donde comienza lo visible. Aquí se crean las tomas finales, se animan los planos, y todo empieza a parecerse al cortometraje que imaginaste.
Layout y composición: En esta etapa, establecemos los planos y encuadres finales. ¿Qué se ve en cámara? ¿Dónde se ubican los personajes?
Animación: Comenzamos la animación según el plan establecido.
Si es 3D, podemos hacer la animación por fases (blocking, splining, polish).
Si es 2D, podemos seguir un proceso por pases (rough, clean-up, color).
Iluminación: Si estamos hablando de 3D, la iluminación es parte de la etapa de Producción, antes del Render. Si se trata de 2D, y dependiendo del acabado que busquemos, es posible que resolvamos la iluminación en Postproducción.
Revisión continua: Revisamos constantemente lo que hacemos. Verificamos si lo que estamos animando comunica bien lo que deseamos expresar. Podemos revisar si está alineado con el storyboard y si mantiene la consistencia visual.
Render: Este es el último paso antes de Postproducción, cuando los fotogramas de animación están listos, y sólo falta ponerlo todo junto y hacer ajustes finales.
IV. Postproducción: pulir, unir, entregar
Cuando tenemos toda la animación lista, comenzamos el proceso de unir, corregir y embellecer.
Montaje final: Ensamblamos todas las tomas siguiendo el animatic como guía. Ajusta tiempos si es necesario.
Sonido: Agregamos la música que hayamos licenciado para el proyecto, así como los efectos de sonido, y las voces finales (si las hay). El sonido transforma el corto, y un buen diseño sonoro puede elevar significativamente la experiencia emocional.
Corrección de color y ajustes finales: Unificamos la paleta de color, ajustamos el brillo, contraste, efectos de luz, etc. Este es el paso final para dar coherencia visual al proyecto.
Créditos y exportación: No olvidemos dar crédito a todas las personas que colaboraron para hacer el cortometraje realidad, así como listar todos los recursos externos que hayamos usado (por ejemplo, la música). Recuerda que los derechos morales son inalienables.
Exportar el video final: En esta última etapa nos aseguramos de exportar nuestro proyecto en los formatos adecuados para distribución. Ya sea que queramos compartirlo en YouTube, o que vayamos a participar de festivales; es conveniente asegurarnos de que se está cumpliendo con los requisitos de formato.
Ahora bien, nada de esto garantiza que el proceso será fácil o rápido. Todo proyecto animado conlleva esfuerzo, frustración y momentos de duda. Pero si trabajamos con orden, propósito y excelencia, podremos perseverar y ver resultados.
Este artículo es apenas una introducción. Cada uno de los pasos aquí descritos, desde el storyboard hasta el diseño sonoro, merece su propio espacio; y espero poder poder profundizar en cada uno de ellos en futuras publicaciones de Prografos.
Si soñamos con contar una historia en animación, podemos comenzar hoy. No esperemos a tenerlo todo resuelto. Podemos planificar con sabiduría, y trabajar con diligencia y con humildad, poquito a poco, confiando en que incluso un pequeño cortometraje es una obra creativa digna de enfrentarse a conciencia; y de disfrutarse plenamente.