Cómo usamos los libros
Explorando los últimos 5 capítulos de Lit! (Tony Reinke, 2011) y la forma en que nuestra lectura influye sobre nosotros y sobre los demás.
Esta semana terminamos de leer juntos Lit! a Christian guide to reading books, escrito por Tony Reinke, y publicado por Crossway en 2011.
La semana pasada cubrimos la importancia de . En esta semana, nos concentramos en los capítulos del 11 al 15.
La próxima semana haremos un resumen de las ideas principales del libro, y nuestra experiencia leyéndolo. Pueden repasar nuestro cronograma de lectura y publicaciones para este libro aquí.
Ahora, continuemos con el análisis de los capítulos de esta semana.
Lit! fue publicado en el 2011, y es, podríamos decir, “un producto de su tiempo”. Sin embargo, sigue teniendo mucha relevancia hoy. Reinke inicia el capítulo 11 planteando una verdad incómoda pero innegable: nuestros hábitos en línea perjudican nuestra capacidad de lectura.
El consumo de información fragmentada erosiona nuestra capacidad de concentración.
Esta erosión obedece a cuatro amenazas, que Reinke presenta como “tentaciones”
La Internet está diseñada para favorecer la explorar información1, en vez de prestar atención a un único tema de forma sostenida. A esto se suma la tendencia natural que tenemos a buscar distraernos como forma de mantenernos (virtualmente) en movimiento.
La Internet favorece la reacción y la interacción, de forma utilitaria. Todo esto hace que sea relativamente difícil pensar en vez de simplemente reaccionar.
La Internet ofrece un acceso inmediato a una cantidad aparentemente infinita de información. Esto hace que concentrarse en una sola cosa sea difícil.
La Internet favorece la lectura superficial, por sobre la reflexión. Esto desestimula la reflexión contemplativa, y dificulta el aprendizaje profundo necesario para adquirir sabiduría.
Reinke resume el peso de estas cuatro amenazas con una idea:
“Para sentir profundamente las verdades espirituales, debemos reflexionar profundamente. Y para reflexionar profundamente, debemos leer profundamente. Y para leer profundamente, debemos leer con atención, no con prisas. Si nos disciplinamos para leer con atención y reflexionar profundamente sobre nuestra lectura, prepararemos nuestras almas para el deleite. Pero nuestras almas no pueden deleitarse con lo que nuestras mentes apenas rozan.”
Al final, no se trata de desconectarnos de Internet; algo que probablemente nos resulta imposible por nuestro trabajo de todas formas. El punto no es la Internet, sino la necesidad de cuidar nuestra atención.
Notas al margen
Ahora hemos de considerar la práctica de subrayar, y de anotar nuestras observaciones en nuestros libros físicos. La defensa no radica en ninguna virtud intrínseca a maltratar los libros, sino en la acción que motiva nuestras anotaciones: Pensar.
Reinke trae a la mesa una cita excelente de John Piper, que señala la importancia de leer para pensar, en vez de considerar la lectura como un fin en sí misma.
“Supongo que la lectura, que se suponía debía ser un estímulo y una guía para el pensamiento independiente, suele convertirse en un sustituto. La prueba de ello es la cantidad de libros que leemos y lo poco que escribimos.”2
Reinke continúa con una apología de por qué escribe en sus libros. Su explicación es auto-reflexiva. Está hablando de sus prácticas y preferencias, sin prescribir con ellas lo que nosotros debiéramos hacer.
A diferencia de Reinke, a mí no me gusta rayar mis libros. De hecho, es una de las características que disfruto de leer en Kindle: Que puedo subrayar y anotar los libros electrónicos con impunidad, sin sentir que estoy transgrediendo el papel de mis libros físicos.
Reinke defiende la acción de pensar profundamente, con intencionalidad, y procesar nuestro pensamiento. Y hay pocas formas más efectivas de pensar, que la acción de transcribir nuestras ideas al leer, ya sea en nuestros libros físicos o electrónicos.
Sin embargo, Reinke procura señalar una diferencia entre escribir directamente en los libros. No sería igual escribir en un cuaderno, propone, como sería el caso con un commonplace book. Su razonamiento es cuán preferible es procurar que nuestras anotaciones estén ”justo allí”, interactuando directamente con el texto, en su contexto inmediato.
Creo que el tema está abierto a debate y opiniones. Personalmente, prefiero destacar que el énfasis no está en escribir en los márgenes, como si el pequeño espacio a los lados de las páginas supusiera un medio ideal para la expresión de nuestras ideas, sino en pensar profundamente. Para esto, tanto un cuaderno como los márgenes, nos ofrecerán beneficios sustanciales por sobre “solamente leer”.
La lectura como actividad grupal
Reinke sostiene, en su capítulo 13, que la lectura grupal ofrece un espacio para el discernimiento colectivo. Me gusta esa idea. Después de todo, esa es la razón por la que estamos leyendo juntos este libro.
Históricamente, la Iglesia se benefició muchísimo de la lectura grupal, en el sentido más básico de la idea: Un grupo de personas reunidas, leyendo (o escuchando) un mismo texto, juntas. Esto fue así por diseño. Las cartas y epístolas del Nuevo Testamento, por ejemplo, se escribieron con la intención expresa de que fueran leídas en grupo.
Paralelamente, nuestra lectura individual tiene el potencial de beneficiar nuestro crecimiento personal. Este, a su vez, ofrece oportunidades de edificación para otros a nuestro al rededor. Así, aún si no leemos como grupo, el grupo igualmente se beneficia de que leamos de forma individual.
Quizás sea relativamente sencillo identificar este tipo de beneficio cuando consideramos la lectura en familia; una forma de cohesión grupal mucho más pequeña e inmediata, pero no menos importante. Ser buenos lectores no pasa por accidente. Requiere apoyo, guía y sustento; y nuestros hijos dependen de nosotros justo para proveerles
En cualquier caso, hemos de leer y compartir con humildad. Como valor agregado, según sugiere Reinke, al compartir lo que leemos, terminamos recordando mucho mejor lo que hemos leído.
Vamos a cerrar con las palabras del propio Tony Reinke, invitándonos a considerar el valor de la literatura y nuestras expectativas respecto a ella, en el gran contexto de las cosas:
“Nuestro fin no es la literatura, por muy verdadera, buena y hermosa que sea. Nuestro fin es Dios, Aquel de quien proviene toda verdad, bondad y belleza y donde encuentra su perfección.
(...)
¿Me atraen los libros nuevos simplemente porque me atraen las cosas nuevas? ¿O me atraen los libros nuevos porque quiero experimentar la verdad, la bondad y la belleza del Dador?”
Espero que hayan disfrutado leyendo juntos Lit! a Christian guide to reading books.
Por favor, recuerden que el 26 de agosto, si Dios lo permite, tendremos el resumen de las ideas centrales y nuestra experiencia leyendo este libro.
Por eso es que herramientas como Google Chrome, Mozilla Firefox, o Microsoft Edge se conocen como “exploradores”.
John Piper, “The Ministry of the Word”, sermón del 25 de noviembre de 1984, en Bethlehem Baptist Church, Minneapolis, MN. http://www.desiringgod.org/resource-library/sermons/the-ministry-of-the-word.