"Yo los haré descansar"
Muchos animadores sufren de burnout en silencio. Este artículo ofrece herramientas y perspectiva bíblica para quienes se sienten al límite.
¿Cuándo fue la última vez que disfrutamos trabajar en animación sin sentirnos exhaustos después?
Para muchos profesionales de animación, el sueño de vivir del arte se ha vuelto realidad. Pero esa realidad, con demasiada frecuencia, está teñida de jornadas extenuantes, entregas urgentes, presión constante, y un cansancio que no desaparece con un fin de semana libre.
En la industria de la animación, donde los plazos son ajustados, las expectativas son altísimas y el trabajo requiere de mucha atención al detalle, el agotamiento es lamentablemente común. De hecho, se ha vuelto casi un rito de iniciación. El “crunch” o “palmarla”. A veces pareciera que trabajar en exceso, siempre con urgencia, se ha normalizado hasta casi convertirse en cultura.
Es un problema tristemente común en los estudios de animación, pero no pasa sólo ahí. Cuando trabajamos como freelancers o producimos animación independiente también enfrentamos ese mismo tipo de presión. Lo que es peor, cuando trabajamos de forma independiente, además tenemos la carga de buscar clientes, mantenernos visibles, y conseguir estabilidad financiera; todo mientras intentamos preservar algo de salud mental y creatividad. Es normal que terminemos sintiéndonos agotados y apáticos en el proceso.
Este fenómeno se llama burnout, o síndrome de desgaste ocupacional. Puede que parezca un invento moderno, pero es muy real, y sus efectos son profundos.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), el síndrome de desgaste ocupacional es consecuencia de no gestionar correctamente el estrés crónico en el trabajo.1
La OMS lo lista en el CIE-11 bajo el código QD85. Según la OMS, este síndrome tiene tres características principales:
Sentimientos de falta de energía o agotamiento;
Un aumento de la distancia mental con respecto al trabajo, o sentimientos negativos o cínicos con respecto al trabajo; y
Una sensación de ineficacia y falta de realización.
En palabras más simples: nos sentimos muy cansados, odiamos nuestro trabajo, y sentimos que nada nos sale bien al trabajar.
Para quienes trabajamos en animación, esto se vuelve especialmente delicado. El burnout amenaza nuestra energía, socava nuestra voluntad de trabajar en animación y puede traerse abajo nuestra salud física y espiritual.
Pero el burnout no aparece de un día para otro. Es el resultado acumulado de desequilibrios persistentes. Quizás nos estamos exigiendo demasiado, tratando de atender una carga de trabajo excesiva. Quizás no nos estamos asegurando de tener suficiente descanso. A veces, trabajamos bajo mucha presión, tratando de alcanzar fechas de entrega muy agresivos. A veces trabajamos mucho, pero tenemos muy poco reconocimiento.
Todo lo anterior tiene algo en común: la ausencia de límites saludables. Y en las disciplinas creativas, como la animación, estos factores suelen estar camuflados bajo la apariencia de “compromiso con el arte” o “pasión por contar historias”. Ambas son una trampa.
Hay seis áreas principales que propician el burnout: carga de trabajo excesiva, falta de control, recompensa insuficiente, ruptura de comunidad, injusticia, y conflicto de valores.2 Todas estas pueden encontrarse fácilmente en los entornos donde se produce animación.
Por ejemplo:
Carga excesiva: En muchos estudios de animación, el “crunch” se ha institucionalizado. Horas extras no pagadas, noches sin dormir, fines de semana absorbidos por deadlines inamovibles. A nivel independiente, la carga se multiplica al tener que hacer todo: desde el guion hasta la distribución.
Falta de control: Muchos animadores, especialmente Juniors, no tienen margen para decisiones creativas significativas. Ejecutan directrices con escasa autonomía. Es fácil sentir falta de control cuando casi no se tiene control de nada. En el caso de freelancers, la falta de estabilidad económica puede generar una sensación constante de vulnerabilidad.
Conflicto de valores: Amamos contar historias, pero a menudo terminamos produciendo contenido que no nos representa o que nos deja vacíos. Mucho de la industria de entretenimiento parece estar en franca oposición a los valores cristianos. Pero, aún al margen del tipo de contenidos; cuando el trabajo se convierte en un trámite mecánico, y la creatividad se vuelve un paso más en una cadena de montaje, el alma se resiente.
Es importante reconocer que el burnout no se trata sólo de estar “estresados” o “cansados”. El burnout en animadores es un fenómeno más complejo que el simple cansancio, y puede manifestarse como:
Desmotivación creativa.
Bloqueo mental constante.
Fatiga emocional que no se resuelve con descanso.
Sensación de inutilidad o desapego.
Dificultad para disfrutar proyectos personales.
Irritabilidad, ansiedad o tristeza persistente.
La doctora Denny Molina Rodríguez, especialista en salud ocupacional, advierte que el burnout puede conducir a una multitud de consecuencias emocionales, sociales y físicas; desde trastornos del sueño, depresión, hipertensión, hasta alteraciones inmunológicas.3 En otras palabras, el burnout es una amenaza a nuestra salud integral.
Muchas veces, quienes más sufren de burnout en animación son los profesionales más apasionados. Son los que aman profundamente su vocación creativa, pero se han sobrecargado más allá de lo razonable.
Ahora bien, si el burnout es una pérdida progresiva de nuestro sentido de realización profesional, nuestra energía y nuestra conexión con nuestra vocación, entonces la recuperación empieza con reaprender a vivir con propósito. Además de descansar, también tenemos que reordenar el corazón. Y hay varios pasos que podemos tomar en esa dirección.
1. Recuperar el ritmo
El descanso es parte del diseño de Dios. Desde la creación, Dios dispuso el ritmo de seis días de trabajo y uno de reposo como una estructura para el florecimiento humano (Éxodo 20:9–11). Para muchos de nosotros, este principio ha sido reemplazado por una disponibilidad constante, deadlines eternos y proyectos simultáneos. Pero ignorar este ritmo termina por erosionar nuestra creatividad y nuestra salud.
Tener un día apartado para desconectarnos del trabajo y reconectarnos con Dios, con nuestra familia, y con la alegría, puede parecernos imposible en producción, pero es vital. Incluso los pequeños comienzos intencionales pueden traer renovación. Podemos empezar por apagar las notificaciones, reservar tardes para pasear o leer, cuidar el sueño, marcar fines de semana libres.
2. Redefinir éxito
El burnout se vuelve inevitable cuando nuestra percepción de valor está atada a nuestra productividad. Pero como cristianos, no trabajamos para ganar una identidad, sino desde una identidad ya recibida: somos hijos de Dios, aceptados por gracia. Nuestra valía no depende nuestro portafolio, ni de la cantidad de nuestros seguidores en redes sociales, o de tener créditos en pantalla en una serie o una película. Podemos trabajar con excelencia, sí, pero sin idolatrar el resultado.
Sería maravilloso si por fin dejáramos de medir el éxito en función de la cantidad de aplausos y reconocimientos, y nos concentráramos sólo en ser fieles. Si pensáramos menos en producir mucho y más en hacer las cosas con integridad, sabiduría y amor.
3. Restaurar la comunidad
Una de las causas más comunes del burnout es la desconexión. El aislamiento nos hace creer que estamos solos en nuestra lucha, cuando en realidad muchos otros están atravesando lo mismo. Necesitamos espacios seguros donde podamos hablar honestamente sobre lo que sentimos, sin temor a parecer “débiles” o “poco profesionales”.
Es importante que tengamos con quién llorar (sí; llorar, si es del caso) cuando estemos agotados. Necesitamos de alguien que ore por nosotros, alguien que nos anime. Todos necesitamos a alguien que pueda recordarnos con ternura, pero también con firmeza, que está bien detenernos. Por eso necesitamos construir comunidad dentro y fuera del trabajo. Pueden ser pequeños grupos, compañeros de oración, colegas con quienes compartir el peso de la vocación. En lo personal, creo que tenemos una tendencia mal orientada a dejar de lado o pasar por alto a nuestra familia nuclear, cuando ellos son (y siempre deberían de ser) nuestra comunidad.
4. Reordenar las prioridades
Al final, no vamos a lograr nada con tener una lista de tareas mejor, ni con adoptar uno de los sistemas o apps que tanto impulsan algunos grifters de la productividad en YouTube. La realidad es, gracias a Dios, mucho más simple: Necesitamos una vida mejor arraigada.
Para quienes hemos depositado nuestras esperanzas en Jesucristo como nuestro Señor y Salvador, el camino lejos del burnout no comienza con un cambio de trabajo, sino con una renovación del corazón. Volver a lo esencial: orar, leer la Biblia, adorar y dar gracias a Dios. No como otro punto en la agenda, sino como la fuente de todo.
Pero no todo es blanco y negro.
Es fácil hablar de descanso, comunidad o redefinir el éxito cuando estamos al margen del calendario de entregas. Hablar de soluciones es muy sencillo cuando los correos no se nos están acumulando, o cuando no tenemos un cliente impaciente preguntando por una entrega.
En la realidad de la industria de animación —y sigue sin gustarme nada la palabra industria— muchas veces las condiciones laborales son duras, los plazos son inamovibles y los equipos están al límite. Es una industria construida sobre la precariedad, con condiciones laborales inestables, y una alta rotación de personal.
Pero la precariedad es tanto personal como estructural. Muchos estudios aún normalizan el “crunch” para sacar las entregas. Muchos freelancers trabajan sin contratos claros ni horarios definidos. Y en esas condiciones, pedirle a un artista que “descanse más” puede sonar insensible, como si no supiéramos que lo que está en juego es el sustento de esa persona.
Tampoco debemos idealizar la fe como un atajo mágico. Confiar en Dios no elimina automáticamente el agotamiento. Hay temporadas muy duras, donde incluso servir con fidelidad se siente como cargar un peso que no cesa. No es pecado sentirnos cansados. No es señal de debilidad admitir que se necesitamos ayuda.
Recordemos que el mismo Jesús, en su humanidad, se cansó (Juan 4:6). Recordemos que se retiraba a orar, que Jesús lloró, que Jesús necesitó amigos. El Salvador del mundo no vivió en modo “productividad constante”. ¿Por qué habríamos de hacerlo nosotros?
Podemos reconocer nuestros límites sin renunciar a nuestra vocación. Todo lo contrario. Reconocer nuestros límites nos permite seguir nuestra vocación con humildad, recordando que somos vasos de barro (2 Corintios 4:7), no máquinas creativas.
No somos los únicos que nos sentimos agotados, así que no necesitamos seguir cargando todo solos. Quizá el primer paso no sea una gran decisión laboral, sino una oración sencilla: “Señor, ayúdame a volver a ti. Renueva mi corazón. Muéstrame tus caminos.”
Recordemos la invitación de Cristo:
“Venid a mí, todos los que estáis cansados y cargados, y yo os haré descansar.”
—Mateo 11:28 (LBLA)
Ese descanso puede ser una oportunidad de comunión con el Creador que nos llama a trabajar con propósito, pero también a vivir con sabiduría. Es confiar en que nuestra identidad no depende de nuestras entregas, ni de cuán productivos somos, sino de lo que Dios ha hecho por nosotros en Cristo.
Así que si estamos enfrentando burnout, no lo ignoremos. Busquemos ayuda. Recordando que el burnout es un problema de salud, deberíamos buscar ayuda profesional. Sino, como mínimo, hablemos con alguien. Detengámonos a examinar nuestro ritmo de vida. Reorganicemos nuestras prioridades. Y sobre todo, volvamos al Dios que nos sostiene.
Poder trabajar en animación es maravilloso. Nuestra vocación creativa también. Pero no fueron hechas para reemplazar nuestra alma.
¿Has sentido el peso del burnout en tu vida creativa? ¿Qué te ha ayudado a volver a descansar en Dios? Conversemos al respecto en los comentarios.
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Organización Mundial de la Salud, Clasificación Internacional de Enfermedades Undécima Revisión (CIE-11), (Ginebra: 2022).
Leiter, M. P., y Maslach, C. “Six Areas Of Worklife: A Model Of The Organizational Context Of Burnout”. Journal Of Health And Human Services Administration, 21(4), 472–489. http://www.jstor.org/stable/25780925.
Denny Molina, “Consecuencias del síndrome de burnout en el trabajo y estrategias de prevención de riesgos para la seguridad y salud laboral”, Noticias CIELO, Nº. 3, 2020. https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=7317360.