Tu trabajo no define quién eres
Cómo construir una identidad sólida que no dependa de tu profesión ni de tus logros creativos.
Lo admitamos o no, hay dos preguntas que nos acompañan durante la mayor parte de nuestras vidas: ¿Quién soy? y ¿Quién quiero ser?
Inside Out 21 nos ofrece el marco contextual para una respuesta, prácticamente desde el inicio de la película: nuestros pensamientos forman creencias, y la suma de nuestras creencias forma nuestro sentido de identidad, lo que, a su vez, nos ayuda a tomar decisiones.
Okay. Entonces, somos lo que somos y hacemos lo que hacemos porque creemos lo que creemos… Pero, eso no nos ayuda mucho si no tenemos claridad sobre qué es lo que creemos, y nos abre un abanico de nuevas preguntas. En realidad, demasiado a menudo, no entendemos por qué hacemos lo que hacemos, ni tenemos claridad sobre qué es lo que creemos.
Simon Sinek enfatiza la importancia de tener claridad sobre cuáles son nuestros valores fundamentales, y cómo nuestros valores son la base de una identidad profesional o comercial2.
Sin embargo, cuando nos falta claridad sobre nuestros valores fundamentales, somos susceptibles a la influencia de cualquier cosa a nuestro alrededor. Es por eso que “sigue tu corazón” es un pésimo consejo, no importa cuán popular sea la idea. ¡Hay pocas cosas tan engañosas como nuestro corazón! (Jeremías 17:9)
Buscamos asir nuestro sentido de identidad a cualquier cosa que parezca firme, pero terminamos edificando castillos sobre la arena.
Desafortunadamente para nosotros, estamos rodeados de cosas que sólo parecen firmes, como nuestra apariencia, nuestra “marca personal”, o nuestra estabilidad profesional. En realidad, no podemos contar con ninguna de ellas, pues pueden cambiar o desmoronarse en cualquier momento —y, a menudo, lo hacen; sin que podamos hacer nada para evitarlo o prevenirlo.
Las tendencias en TikTok, con sus vigencias siempre cambiantes y la presión tácita por pertenecer, conducen a la construcción de identidad a partir de las apariencias. He aquí a la estética como identidad: el estilo personal en medio de las corrientes estilísticas, en una lucha constante por encajar, por adherirse a (o subvertir) las expectativas; todo bajo una etiqueta.
Así es como terminamos con identidades impulsadas por el mercado3.
Entonces, el sentido de identidad ya no está ligado a un sentido de pertenencia o de comunidad, sino que está ligado a nuestra apariencia. Más específicamente, está ligado a la ropa que usamos y cómo nos vemos con ella. Podemos comprar nuestra identidad —o esa es la mentira que se nos dice, bajo la promesa de que, si nos adherimos a las normas de un determinado estilo, podemos mostrar al mundo quién somos. "Ser diferente, como todos los demás", sólo para terminar más solos que nunca.
Por otra parte, vivimos en una sociedad que nos pregunta, casi por defecto, qué estudiamos o en qué trabajamos, y asocia la respuesta intrínsecamente a quiénes somos.
Barbie, con sus más de 200 profesiones, y su eslogan de “soy lo que quiero ser” (o su versión en inglés, “You can be anything”—literalmente: "puedes ser cualquier cosa"), ejemplifica la construcción de identidad a través de las escogencias profesionales4.
El problema surge cuando la profesión, el título o el desempeño se convierten en el cimiento de nuestra identidad. Si nuestro trabajo es nuestra identidad, entonces cualquier fracaso profesional se convierte en una crisis existencial. Si nuestra creatividad es nuestro valor, entonces cualquier crítica a tu obra es un ataque directo a tu persona.
No hay cómo no sentirnos atacados cuando asociamos lo que hacemos con quién somos.
Este tipo de identidad es frágil porque depende de circunstancias externas: salud, oportunidades, aprobación, éxito. Y cuando esas circunstancias cambian —porque siempre cambian—, nos enfrentamos a una sensación de vacío, de pérdida de propósito y hasta de desesperanza.
Además, basar nuestra identidad en el trabajo nos esclaviza a una visión transaccional de la vida: tengo que justificar mi existencia a través de mi rendimiento.
Pero, ¿y si hay una mejor manera?
La Biblia nos ofrece una identidad mucho más sólida, más profunda y más liberadora. No somos definidos por lo que hacemos, sino por lo que Dios ha hecho por nosotros en Cristo.
“De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí, son hechas nuevas.”
—2 Corintios 5:17
Si genuinamente hemos puesto nuestra confianza en la obra redentora de Jesús y en quien Él es, entonces en verdad tenemos una nuestra identidad.
“Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para hacer buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviéramos en ellas.”
—Efesios 2:10
Nuestra identidad ya no reposa en nosotros, sino en Él.
Nuestra identidad no empieza con lo que producimos, sino con el hecho de que somos hechura de Dios, creados, amados, redimidos por Él. Lo que hacemos importa, pero no es lo que nos define. Somos primero hijos de Dios, adoptados por gracia (Efesios 2:8), y desde esa identidad trabajamos, creamos y servimos (Colosenses 3:23-24).
Así, nuestro sentido de identidad no debería reposar en nada más que en quién somos en Cristo. Cuando entendemos esto, podemos disfrutar y desarrollar nuestro trabajo sin convertirlo en nuestro dios. Podemos recibir elogios sin que nos inflen, y enfrentar críticas sin que nos destruyan. Podemos perder oportunidades sin perder el propósito. Ya no somos tan fácilmente manipulados por el mundo (Romanos 12:2).
Debemos reconocer que habrá momentos en los que sentiremos que nuestras circunstancias sencillamente nos superarán. Habrá momentos para los que nada podrá prepararnos, en los que sentiremos que no tendremos respuesta para lo que pasa a nuestro alrededor.
Los valores fundamentales pueden ayudarnos a construir nuestro sentido de identidad, y ciertamente son una guía útil en la toma de decisiones, pero sólo son un punto de partida, y no nos pueden sostener a lo largo de todo el camino. Nuestros valores fundamentales no pueden llevarnos de la mano hasta el final. Sólo pueden indicarnos cómo empezar, y habrá momentos en los que sencillamente no sabremos qué hacer. A menudo tendremos que avanzar más allá de nuestra zona de confort, un paso a la vez.
Después de todo, somos humanos, ignoramos mucho más de lo que sabemos (y definitivamente más de lo que a menudo estamos dispuestos a admitir). Estamos llenos de limitaciones y debilidades. Es parte de nuestra naturaleza, aún cuando tenemos la tendencia a creer que sabemos el camino, demasiado a menudo nos sentimos completamente perdidos.
No se trata de ser perfectos, o de definir para nosotros mismos una identidad inamovible. Sólo hay alguien que sí es perfecto e inamovible. Y siempre, aún cuando nuestras circunstancias nos superen, podemos contar con Él (Filipenses 4:7).
Así que pensemos por un momento y consideremos esta pregunta:
“Si mañana dejara de hacer lo que hago, ¿seguiría sabiendo quién soy?”
Recordemos siempre que, si hemos puesto nuestra fe en Jesús como único y suficiente salvador, podemos reposar siempre confiados en que nuestra identidad descansa en Él. Ya no tenemos por qué buscar identidad en las apariencias, el trabajo, o la ilusión del éxito —que antes sería una trampa que una virtud (1 Timoteo 6:9-11).
“Si habéis, pues, resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando Cristo, nuestra vida, sea manifestado, entonces vosotros también seréis manifestados con Él en gloria.”
—Colosenses 3:1-4
En lugar de buscar un sentido de identidad que dependa de cómo nos ven los demás, podemos descansar en seguir a Jesús, con madurez y entereza. Así podemos trabajar con libertad, haciéndolo todo para la gloria de Dios, y no para probarle al mundo nuestro valor. Porque podemos tener plena confianza en que nuestra identidad no reposa en nosotros mismos ni en nuestros resultados, sino en Él.
“estando convencido precisamente de esto: que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Cristo Jesús.”
—Filipenses 1:6
Inside Out 2, dirigida por Kelsey Mann (2024; Emeryville, CA: Pixar Animation Studios).
Simon Sinek, “Lead with Your Values | Simon Sinek” Simon Sinek, 19 de noviembre, 2021, video.
Stephen Butler, "The Development of Market-Driven Identities in Young People: A Socio-Ecological Evolutionary Approach," Cultural Psychology Volumen 12, (2021): https://doi.org/10.3389/fpsyg.2021.623675.
“The Barbie Dream Gap Project | Mission and Goals”, Mattel, 2024, https://shop.mattel.com/pages/barbie-dream-gap