La tiranía del mejor amigo digital
Cómo el cortometraje Best Friend expone la crisis de la soledad moderna y revela nuestra mayor necesidad.
Best Friend (2018) es un cortometraje animado, dirigido por David Feliu, Varun Nair, Juliana De Lucca, Nicholas Olivieri, y Shen Yi; y musicalizado por Arthur Dairaine Andrianaivo. La obra, como otras de GOBELINS antes que ella, nos ofrece una mirada profunda a un tema relevante, enmarcado por una animación maravillosamente bien ejecutada, con un muy alto valor de producción.
En el caso de Best Friend, el cortometraje hace una exploración aguda a la encrucijada de una realidad de la que somos más y más conscientes, al tiempo que, en apariencia, al menos, nos hemos rendido a ella con una resignación penosa. No queremos hablar de cuánto dependemos de las relaciones mediadas por tecnologías. Lo que es peor: No queremos hablar de cuánto dependemos de nuestra relación con la tecnología.
Shen Yi, uno de los directores del corto, explicó la fuente de la idea original a partir de una de sus experiencias personales: En el 2017, Yi se vio forzado a enfrentarse a la pérdida forzosa de su teléfono celular durante un asalto, en París. Según él mismo admite con candidez, en uno de los videos de making of del cortometraje1, la separación supuso un verdadero problema, dado que dependía de su celular para comunicarse, pues apenas hablaba algo de inglés, y nada de francés. Sin su teléfono celular, sus oportunidades de comunicación en una ciudad desconocida para él eran realmente muy precarias.
Sin embargo, Yi fue rápido en admitir que su teléfono era más que una mera herramienta de comunicación. Nuestras experiencias mediadas por tecnologías digitales —dígase nuestros teléfonos y nuestras redes sociales— se han vuelto una parte tan integral de nuestras vidas que han pasado a ser más que meras herramientas de comunicación. Nuestras herramientas digitales se han vuelto nuestros confidentes, nuestro consuelo; y a veces, tristemente, algo más. Se trata de una relación de dependencia que nos negamos a aceptar, hemos convertido a nuestras herramientas digitales en nuestros mejores amigos, y estamos olvidando cómo se siente la verdadera amistad.
Best Friend, con una lucidez casi profética, retrató en pantalla hace 7 años lo que podemos admitir como una mirada honesta a la realidad que hoy vivimos muchos de nosotros, en mayor o menor medida, inmersos en una dinámica de adicción, ya sea madura o en ciernes, que se alimenta —como tantas otras adicciones— de nuestra negativa a aceptar que tenemos un problema.
Ciertamente tenemos un problema.
Se trata tanto de un problema social, como de un problema individual. Todos enfrentamos los desafíos únicos de nuestra propia interacción con herramientas digitales todos los días, y estamos expuestos a los desafíos colectivos que dan forma a las dinámicas e interacciones a nuestro alrededor.
Una de las amenazas es que es relativamente fácil caer en la tentación de desestimar el problema, especialmente al verlo retratado en productos audiovisuales como Best Friend. La vida de Arthur, el protagonista de Best Friend, se siente ajena y distante. Sentimos lástima por él y por cuán profunda es su condición, sin vernos en el espejo que el cortometraje presenta frente a nuestros ojos, y cuánto del audiovisual habla sobre nosotros mismos y nuestra realidad actual. Entonces, descartamos el problema como “ciencia ficción”, y lo metemos en una casilla con términos que se sienten lejanos, como “distopía” o cyberpunk.
Ahora, si bien Best Friend no pretende ser una suerte de documental, no es prudente desestimar cuán cercana es la realidad —sí, realidad— que retrata. Esa que nos parece una hipérbole está a nuestro alrededor todo el tiempo. Basta con que, como Yi, en el 2017, nos encontremos a nosotros mismos sorpresivamente desprovistos de nuestros dispositivos para que nos demos cuenta de cuán inmersos estamos en esa misma dinámica.
¿Cuánto dependemos de nuestros teléfonos? ¿Cuán difícil nos resulta pasar sólo unos minutos sin el entretenimiento constantemente disponible (literalmente) a la punta de nuestros dedos? ¿Cuánto dependemos de las nuevas formas de validación con las que los LLMs parecen responder a la más mínima de nuestras preguntas e interacciones? ¿Cuánto de nuestros procesos cognitivos hemos descargado sobre estas herramientas, y cuántos de esos procesos hemos perdido sin pensarlo?2
Hay una cita en Dune, de Frank Herbert3, que parece particularmente válida en este contexto:
“Hubo un tiempo en que los hombres dedicaban su pensamiento a las máquinas, con la esperanza de que ellas les harían libres. Pero esto sólo permitió que otros hombres con máquinas les esclavizaran.”
—Frank Herbert, Dune, 1965. (Traducido por Domingo Santos, 2020)
Una generación atrás, Facebook ofrecía la promesa de contacto y conexión, nombrando tentadoramente las conexiones entre usuarios como “amigos”. Se sentía bien tener “amigos”, sin importar cuán estériles fueran esas relaciones. Y así, una generación entera aprendió a cuantificar la amistad en base a métricas arbitrarias, y el número de “amigos” se convirtió en un indicador de desempeño.
Un par de décadas más tarde, un estudio con más de mil adultos estadounidenses sostiene que casi una tercera parte de los participantes admiten tener una relación íntima o romántica con un chatbot de inteligencia artificial.4
Ahora, una startup relativamente nueva (que infamemente se gastó más de $1.8 millones de dólares estadounidenses en comprar el dominio Friend.com) se ha dedicado a promover un producto que promete ser un amigo digital —que invade absolutamente todas las conversaciones y escucha todo lo que se dice a su alrededor, todo el tiempo; contenido en un colgante plástico y una app de celular, por la onerosa suma de $130 USD. Comprensiblemente, las reacciones en contra del producto, ya sea en mofa o en vandalismo, no se han hecho esperar.5
Best Friend explora de forma aguda la soledad humana, y cómo corporaciones pueden explotar esa soledad para obtener ganancias, presentando una adicción destructiva como una cura. Así, el cortometraje presenta una crítica social a las formas de explotación que se aprovechan de la debilidad individual. En este caso, la soledad; justo como los ejemplos de la vida real que menciono en los tres párrafos anteriores.
Tener amigos reales es difícil. Las personas fallamos. Nos quedamos mal unos a otros con más frecuencia de la que nos gustaría admitir. Somos difíciles, y nos cuesta confiar los unos en los otros —y sentimos justificada nuestra falta de confianza por las tantísimas veces que nos han fallado, y lo mucho que sabemos que le hemos fallado a otros. Sin embargo, eso, lejos de empujarnos hacia las relaciones parasociales y la dependencia de las herramientas digitales, debería guiarnos al más auténtico de los amigos, que dio su vida por nosotros (Juan 15:13-15).
Desde una perspectiva cristiana
La sombría visión de Best Friend se vuelve increíblemente útil cuando se ve desde una perspectiva cristiana, ofreciendo una oportunidad de reflexión sobre el pecado y la gracia.
El cortometraje es brillante en su representación de la soledad. El dolor que siente Arthur es real. Ese profundo anhelo existencial de conexión es un eco del diseño original de Dios para la humanidad, cuando Dios reconoce en Génesis 2:18 que “No es bueno que el hombre esté solo”. Necesitamos compañía. Es parte de nuestra naturaleza.
Best Friend, en lo que podemos entender como un sincero esfuerzo por exponer un mal cultural, aterriza inadvertidamente en una verdad bíblica: fuimos creados convivir. Cuando reemplazamos ese diseño divino con ídolos tecnológicos, y recurrimos a una versión adulterada de lo que Dios dispuso para nuestro beneficio, el resultado es adicción, violencia y desesperación.
La cosmovisión del cortometraje parece sugerir que la solución sería simplemente dejar de consumir drogas y aceptar la realidad. Sin embargo, nunca retrata esa salida. Arthur, y (aparentemente) todos a su alrededor consumen la misma droga; en aparente control. Sin embargo, desde una perspectiva bíblica, el problema de Arthur no es solo la droga de “Best Friend”, sino su ansia interna de una felicidad autofabricada. Es adicto porque está esclavizado por sus propios deseos rotos; tal y como lo estamos todos, en nuestra naturaleza pecaminosa (Romanos 7:24).
En el momento en que Arthur pierde a su ídolo, no busca un verdadero amigo; solo busca recuperarlo. De este modo, el cortometraje muestra de forma poderosa, aunque involuntaria, otra verdad bíblica: que la humanidad no puede salvarse a sí misma simplemente por un acto de voluntad. ¡Necesitamos salvación!
Y eso nos lleva a otro punto que vale la pena rescatar: Cuando Arthur está en problemas, su mejor amiga virtual permanece impávida y completamente inútil ante su necesidad, absolutamente indiferente al dolor y al peligro que amenaza al protagonista. La mejor amiga virtual no puede hacer nada, ni siquiera preocuparse. Esta dinámica crea un profundo contraste que conecta con la historia definitiva de la redención. Donde el amigo virtual falla, el Evangelio ofrece a un amigo de verdad: Jesús.
En lugar de observar inútilmente, Cristo ofreció un sacrificio físico y verdadero, muriendo para liberarnos de nuestras propias adicciones destructivas y egocentrismo.
“Pero Dios demuestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.”
—Romanos 5:8
Best Friend nos muestra cómo es un mundo en un ciclo de adicción interminable y euforias virtuales efímeras. Pero también podemos verlo como una poderosa introducción para el único “Mejor Amigo” real que realmente nos salva.
Shen Yi, “Making of Best Friend - Part 1: The story (Animation Short Film 2018)”, Gobelins, 28 de junio de 2019, video, 0:59, [Link].
Kosmyna, Nataliya, Eugene Hauptmann, Ye Tong Yuan, Jessica Situ, Xian-Hao Liao, Ashly Vivian Beresnitzky, Iris Braunstein, and Pattie Maes. “Your brain on chatgpt: Accumulation of cognitive debt when using an ai assistant for essay writing task.” arXiv preprint arXiv:2506.08872 4 (2025).
Frank Herbert, Dune, traducido por Domingo Santos (Barcelona: Debolsillo, 2020).
Michael Salas, “Artificial Romance: A Study of AI and Human Relationships”, Vantage Point Counseling Services, 22 de septiembre de 2025. https://vantagepointdallascounseling.com/research/artificial-romance-a-study-of-ai-and-human-relationships/
Marco Mamisani Calzolari lo resume apropiadamente en su video ‘The Friend Who Doesn’t Exist: The Dark Side of “Friend”’