¿Nos estamos precipitando?
Consideremos cómo la adopción irreflexiva de nuevas herramientas puede impactar nuestro aprendizaje, concentración y discernimiento.
En animación, a veces pareciera que surgen nuevas herramientas y soluciones tecnológicas a diario.1 Esto hace que se sienta muy fácil dejarse llevar por la corriente.
Por eso, me resultó fascinante escuchar uno de los episodios del podcast Things Unseen2, el Dr. Sinclair B. Ferguson se alejó por un momento de su temática usual para considerar cuán diferente era la búsqueda de información antes de la Internet.
Antes, sugería como ejemplo el Dr. Ferguson, si teníamos que responder a una pregunta sobre George Washington, teníamos que encontrar un libro que tratara la historia de los Estados Unidos de América, durante el siglo XVIII, y buscar allí la información relevante sobre George Washington.
“Y sucedían dos cosas. Una era que, en el proceso, aprendíamos más de lo que nos habíamos propuesto, pero también, y lo que es más importante, encontrábamos lo que buscábamos en su contexto adecuado.”
—Dr. Sinclair B. Ferguson.
Así que, siguiendo este ejemplo, para encontrar la respuesta a nuestra pregunta sobre George Washington, probablemente habríamos tenido que leer un poco, o al menos ojear las páginas, hasta encontrar lo que buscábamos. Habríamos leído sobre la guerra entre Francia y Gran Bretaña, por territorios coloniales en lo que ahora es Canadá; o quizás habríamos leído sobre cómo Washington cruzó el Río Delaware, y las oportunidades y consecuencias de esa decisión. Leeríamos sobre la Guerra de Independencia, sobre la Convención de Filadelfia, o sobre la Constitución de los Estados Unidos de América. En cualquier caso, tendríamos una imagen relativamente completa.
Pero la clave del mensaje del Dr. Ferguson va más allá de promover la lectura, o resaltar la relevancia del contexto para un aprendizaje holístico; aunque reconoce que ambas son importantes.
Con el advenimiento de los motores de búsqueda en Internet, todo cambió.
Los motores de búsqueda nos ofrecen la respuesta directa a nuestras preguntas específicas. Ya no tenemos que buscar la información como si estuviera "perdida" entre las páginas de un libro; el buscador nos ofrece el párrafo específico, a menudo resaltado, para nuestra conveniencia.
Pero el Dr. Ferguson ve la realidad más allá de la respuesta del motor de búsqueda en línea. En sus propias palabras:
“Podía simplemente escribir mi pregunta y, ¡listo!, la respuesta aparecía en la pantalla. Pero entonces me di cuenta de que estaba recopilando fragmentos de una imagen, pero no sabía realmente dónde ni cómo encajaban esos fragmentos en el marco.”
—Dr. Sinclair B. Ferguson.
La respuesta que obtenemos ahora, por más que satisfaga nuestra pregunta, no es sino un fragmento de una imagen; y no nos permite ver cómo y dónde encaja en la imagen completa. Tenemos una cantidad de información aparentemente infinita siempre a nuestro alcance, pero está fragmentada.
El punto del Dr. Ferguson es que la abundancia de información, inconexa e instantánea, ha hecho más difícil para nosotros el detenernos y reflexionar.
Más recientemente, los motores de búsqueda tradicionales han perdido terreno ante motores de búsqueda de inteligencia artificial (IA). Y al menos uno de los motores de búsqueda más populares ahora ha empezado a resumir la información en una respuesta generada mediante IA, aumentando la distancia entre la información y la fuente. Ahora ya ni siquiera tenemos que leer el sitio web con el párrafo específico que nos ofrecía el motor de búsqueda; la respuesta a nuestra pregunta ahora está convenientemente resumida para nosotros.
Pero, en la incesante carrera por mayor eficiencia, perdimos cosas importantes: el contexto, el pensamiento crítico, y el discernimiento.
Cuando buscamos la información en un libro, leemos más que sólo lo que venimos a buscar. Aprendemos más sobre el contexto que rodea la información y sobre la información misma. Pero también aprendemos, por necesidad, a discernir y discriminar la información. Aprendemos, con la práctica, a separar lo relevante de lo irrelevante. Esto nos permite diferenciar lo veraz de lo falso, lo sensacionalista, y lo manipulador. Es necesario, especialmente hoy, tener buena comprensión de lectura.
Pero ahora, con la IA ofreciendo resúmenes a diestra y siniestra, incluso cuando nadie los solicitó, la pérdida de la comprensión de lectura, el discernimiento, la concentración y la capacidad de reflexión se convierten, cada día, en el daño colateral de la búsqueda constante por mayor velocidad.
Corremos a toda prisa, pero sin saber siquiera a dónde nos dirigimos, y sin considerar qué estamos dejando atrás en el camino.
Peter Drucker advertía en contra de la búsqueda de la eficiencia como un fin en sí mismo, sin considerar si el resultado es realmente beneficioso o no.
“No hay nada tan inútil como hacer eficientemente algo que no debería haberse hecho en absoluto.”
—Peter Drucker
Pero no prestamos atención. Estamos demasiado invertidos en ir con el mundo, sin importar la dirección. No reflexionamos lo suficiente, y a menudo carecemos de claridad en nuestros valores como marco de referencia para nuestras decisiones. Nos resulta difícil tomar decisiones sabias e informadas. Pero, si no sabemos qué es lo que nos importa más, entonces nos resultará imposible ser consecuentes con nuestros valores.
A veces, incluso participamos, sin proponérnoslo, en una apología de lo nuevo. Nos vemos en la necesidad instintiva de defenderlo, sólo porque lo adoptamos sin pensarlo mucho, y ahora es parte de nuestro día a día. Nos encontramos del lado que ya consume o usa nuevas tecnologías de forma irreflexiva, y nos gusta imaginar que tenemos buenas razones para hacerlo, aún si nunca nos detuvimos a pensar cuáles podrían ser.
Tomemos como ejemplo uno de los ensayos de Wendell Berry, Why I Am Not Going to Buy a Computer (literalmente: “Porqué no voy a comprar una computadora”), publicado en 1987, en New England Review and Bread Loaf Quarterly.3
En este ensayo, Berry esboza su argumento en contra de la adopción irreflexiva de nuevas tecnologías. Repasa en detalle las implicaciones, el impacto, y las consecuencias de cómo usar una computadora alteraría su vida y su quehacer como autor. Tras sopesar todo desde los cimientos firmes de sus valores fundamentales, optó por no adquirir ni usar una computadora —una posición que ha mantenido desde entonces.
La decisión de Wendell Berry no fue precipitada, sino pensada a fondo, y analizada desde lo que para él es lo más importante; una costumbre que demostradamente aplica con todo lo que hace y escribe.
El ensayo fue reimpreso el mismo año en la revista Harper’s. La revista recibió veinte cartas de lectores, en respuesta a la publicación del ensayo. De las veinte cartas recibidas, sólo tres fueron positivas. Las otras diecisiete cartas atacaban a Berry por su posición. Harper’s se tomó la libertad de publicar cinco de las cartas negativas (y ninguna de las positivas), y dio la oportunidad a Wendell Berry de publicar, a su vez, una repuesta a las cartas recibidas.
Allí, en el contenido de las cartas de los lectores, yace la segunda razón por la que quiero hablar de este ensayo: La respuesta de los lectores.
En todas las cartas publicadas se atacó a Berry directamente, con la vehemencia y condescendencia de quien repele un insulto con insultos. Lo ridiculizaron, con falacias ad hominem, tildando al escritor de machista, fanático, explotador, moralista y retrógrado.
Era evidente que los lectores que escribieron se sentían ofendidos por la decisión personal de Berry de no comprar una computadora. Esto a pesar de que él sólo presentó sus motivos para no adquirir una pieza de tecnología que, en su opinión, no se alineaba con sus valores. Incluso planteó lo que él considera sus estándares para la adopción de nuevas tecnologías en su propio trabajo, y lo hizo sin proponer que otros deberían hacer lo mismo.
Entonces, ¿por qué enojarse con Wendell Berry por no querer comprar una computadora?
La respuesta es relativamente simple, y el propio Berry la presenta en su réplica a la correspondencia publicada: Fundamentalismo tecnológico.
“Solo puedo concluir que he arañado la piel de un fundamentalismo tecnológico que, como otros fundamentalismos, pretende monopolizar toda una sociedad y, por lo tanto, no tolera la más mínima diferencia de opinión. Ante la más mínima amenaza a su complacencia, repiten, como un coro de sapos, las notas de sus líderes industriales. El pasado era sombrío, monótono, servil, insignificante y lento. El presente, gracias únicamente a los productos a la venta, es significativo, brillante, vivo, centralizado y rápido. El futuro, gracias únicamente a un mayor número de productos disponibles, será aún mejor. Así, los consumidores se convierten en vendedores y el mundo se vuelve más seguro para las corporaciones.“
—Wendell Berry.
Conviene que nos detengamos a examinar nuestro corazón. ¿Será posible que nosotros sintamos el mismo tipo de indignación que llevó a los lectores a escribir a la revista, sólo para pelear con la posición de Berry?
Debemos tener cuidado cuando nos parece inconcebible que ir despacio y trabajar más pueda valer la pena. Deberíamos reconocer que, a menudo, ni siquiera se nos ocurre. No administramos adecuadamente los dones que hemos recibido. Nos preocupamos demasiado por estar al día, y nos dejamos llevar por la corriente del mundo. Queremos tener una participación relevante en el mundo, en el presente y en el mañana. No queremos quedarnos atrás.
Por eso, no paramos a considerar cuánto choca con los principios bíblicos la idea de seguir y adoptar cualquier nueva tendencia y tecnología de moda, sin detenernos a considerar sus implicaciones ni sus consecuencias, ni cómo se relacionan con la voluntad de Dios (Romanos 12:2).
El Dr. Sinclair B. Ferguson prefiere leer un libro que usar un motor de búsqueda en Internet. Wendell Berry prefiere escribir a mano que usar una computadora. Pero ninguno de los dos lo hace desde un pedestal moralista, sino desde una convicción muy personal: Ninguno de los dos quiere perder lo que la adopción irreflexiva de la tecnología podría quitarles.
¿Qué hay de nosotros?
Nos encontramos rodeados de una multitud de herramientas y nuevas tecnologías. ¿Las adoptamos sin pensar, o sopesamos su uso de acuerdo a nuestros valores fundamentales? Como en el caso de George Washington cruzando el Río Delaware, nuestra adopción (o rechazo) de cualquier solución tecnológica también conlleva oportunidades y consecuencias.
¿Qué fundamenta nuestras decisiones alrededor de la adopción o el rechazo de soluciones tecnológicas? ¿Nos hemos detenido a pensarlo?
Sin ir muy lejos, Wacom anunció su MovinkPad 11 la semana pasada (el 16 de julio de 2025); una tableta digitalizadora pen display de 11.45 pulgadas, portátil, con Android 14 como sistema operativo.
Dr. Sinclair B. Ferguson, “Thinking about Jesus”, 11 de mayo de 2025, en Things Unseen, producido por Ligonier Ministries, podcast, 05:42.
Wendell Berry, “Why I Am Not Going to Buy a Computer”, New England Review and Bread Loaf Quarterly Vol. 10, No. 1 (1987): 112-113. https://www.jstor.org/stable/40241890