La semana pasada leí algo provocativo e inspirador, de la pluma de Grant Herbel1. Era la idea de escribir como un jardinero, y no como un minero buscando oro. La metáfora es simple, pero poderosa, y tiene una aplicación real para nuestro día a día como profesionales en profesiones creativas, y, especialmente, en animación: ¿Qué podemos lograr cuando atendemos con cuidado nuestro trabajo, en lugar de buscar el éxito viral?
Como profesionales creativos, nuestro trabajo a menudo se traduce en proyectos y productos que serán consumidos por otros.
Trabajamos en animación, donde el producto de nuestro trabajo está destinado, literalmente, a ser visto por otros. Animamos para contar historias, para explicar visualmente información y temas complejos, animamos para entretener, para divertir, para educar. Otras veces animamos para transgredir, para denunciar, para alzar la voz sobre temas importantes.
Justo como los escritores escriben para ser leídos, quienes trabajamos en animación lo hacemos con la esperanza de que nuestra animación sea vista y consumida por otros. Eso es natural. Pero nuestro foco no debería ser amasar la mayor audiencia posible sin motivo ni discernimiento.
Por eso es tan importante tener claro el público meta: ¿Para quién estamos haciendo esto? ¿A quién queremos impactar de forma positiva con nuestro trabajo? ¿Quién tiene un problema para el cual nuestra animación ofrece una solución?
Necesitamos entender que nuestra animación alimenta y nutre a la audiencia (para bien o para mal). Así que el contenido y la calidad de la animación —el mensaje y el arte que le da forma— deben estar en el centro; no la cantidad de vistas o el cúmulo (o la falta de) galardones.
Sin embargo, la sociedad actual, alentada por la ubicuidad de las redes sociales, nos empuja más y más hacia el deseo de parecer exitosos y productivos, más que a hacer una verdadera diferencia con nuestro trabajo, aún si nadie se da cuenta.
Hay una frase (a menudo atribuida a Winston Churchill, pero sin ninguna fuente verificable) que dice:
"El problema de nuestra época consiste en que sus hombres no quieren ser útiles sino importantes"
Sea de Churchill o no, la frase resulta tristemente cierta. Y lo parece mucho más ahora, cuando hay estudios que sugieren que más de la mitad de los GenZ estadounidenses (personas nacidas entre 1997 y el 2012) aspiran a convertirse en influencers. (Con cerca de la mitad de los adultos de otras generaciones manifestando la misma inclinación)2.
Como profesionales creativos, queremos que nuestro trabajo sea consumido por otros. Trabajamos muy duro para que otros puedan ver el resultado de nuestro trabajo. Es natural que deseemos con todo el corazón que muchas personas disfruten nuestros proyectos animados.
Pero nuestro foco no debería ser buscar el éxito viral ni la atención masiva por si mismas, sino comunicar aquello que queríamos contar. No deberíamos trabajar (o desesperarnos) por complacer lo que parecen ser los caprichos siempre cambiantes de un algoritmo. Nuestro foco de atención debería ser nutrir a nuestra audiencia, no sólo aumentar nuestra audiencia en número.
Como profesionales creativos, queremos que nuestro trabajo sea consumido por otros. Trabajamos muy duro para que otros puedan ver el resultado de nuestro trabajo. Es natural que deseemos con todo el corazón que muchas personas disfruten nuestros proyectos animados. Pero nuestro foco no debería ser buscar el éxito viral ni la atención masiva por si mismas, sino comunicar aquello que queríamos contar. Nuestro foco de atención debería ser nutrir a nuestra audiencia con eso que les queríamos decir.
El artículo de Herbel pone el dedo en la llaga cuando cuando nos insta a valorar más el impacto individual por sobre las cifras impresionantes, la presencia constante por sobre los momentos virales, y las relaciones por sobre el alcance. Como sugiere él, nuestros momentos más significativos no aparecerán nunca en ninguna métrica —y cabe la posibilidad de que nunca, siquiera, sepamos de ellos. Y eso está bien.
Podemos hacer nuestro mejor trabajo con confianza, sin preocuparnos por si es inmensamente popular o no. En realidad, no solo podemos —debemos hacerlo de esta manera.
Por eso me gustó tanto la metáfora de Grant Herbel, que mencionaba antes. Además, se relaciona con una metáfora bíblica recurrente en el Nuevo Testamento, primero en las parábolas de Jesús, y luego en las cartas de Pablo, y que tiene un paralelismo profundamente relevante para nuestro trabajo:
A nosotros sólo nos corresponde “sembrar”, con confianza, haciendo bien nuestro trabajo. Cuidamos de nuestra labor como un buen jardinero cuidando de su huerto, pero no sabemos si nuestro trabajo dará frutos o no (Marcos 4:26-29). Al final, el crecimiento lo da Dios (1 Corintios 3:6-9).
Ahora bien, tenemos que reconocer que cierto grado de reconocimiento es necesario. No porque dependamos de la popularidad por sí misma, sino porque nuestras oportunidades profesionales muchas veces están ligadas a nuestra capacidad de demostrar competencia.
De el éxito comercial depende la posibilidad de seguir generando nuevos proyectos. Y, aún si no estamos produciendo contenido independiente, necesitamos conseguir oportunidades laborales.
Tenemos que mostrar nuestro trabajo y cómo estamos (profesionalmente) vinculados a él. Esa es la razón por la que existen los demo reels, y los portafolios en línea, y los sitios web profesionales.
Tenemos la necesidad de mostrar quienes somos y cuál es nuestro trabajo. Necesariamente, tenemos que dar a conocer al animador detrás de la animación. Es una parte inescapable de nuestro modelo económico y de la realidad de trabajar en una profesión creativa como esta.
Pero mostrar un perfil profesional y qué podemos hacer no es sinónimo de desesperarnos por ser nosotros mismos en el foco de atención, deseando convertirnos en el próximo éxito viral y ser finalmente "importantes".
Así que sigamos trabajando, con confianza. Hagamos nuestro mejor trabajo, en lo que sea que estemos haciendo, sin importar si es popular o no; trabajando como para Dios y no para ser vistos de los demás.
“Siervos, obedeced en todo a vuestros amos en la tierra, no para ser vistos, como los que quieren agradar a los hombres, sino con sinceridad de corazón, temiendo al Señor. Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres, sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia. Es a Cristo el Señor a quien servís.”
—Colosenses 3:22-24
Debemos trabajar siempre con gusto, haciendo lo correcto aún si nadie nos ve. De hecho, ¡especialmente cuando nadie nos ve! (Mateo 6:1-8)
Grant Herbel, “Write Like a Gardener, Not a Gold Miner: The Freedom of Slow Ministry”, The Writer's Calling, 5 de mayo, 2025.
Morning Consult, “Report: How Brands Can Succeed at Influencer Marketing”, septiembre, 2023.