La importancia de la abnegación
El contraste entre la perspectiva del mundo y la perspectiva bíblica.
Una de las principales dificultades de procurar el desarrollo profesional desde la perspectiva cristiana viene con los conflictos de prioridades y espectativas. El mundo insiste en que la ambición y el desarrollo personal deben ir en dirección hacia buscar nuestro beneficio personal por sobre todas las cosas. La idea de que "el fin justifica los medios" ha sido propuesta y defendida por múltiples autores y pensadores por siglos. Y, sin embargo, la Biblia nos dice algo completamente diferente.
La perspectiva del mundo coloca el orden de prioridades a partir del individuo. Así, desde muy pequeños —y en no poca medida alentados por nuestra propia naturaleza pecadora—, aprendemos a ponernos primero a nosotros mismos, luego a las personas que amamos, luego a los demás, y (si es que llegamos a acordarnos) de último a Dios.
Todo a nuestro alrededor parece empujarnos en esa dirección. Es fácil echarle la culpa a las redes sociales, o a la manipulación de masas orquestada por Edward Bernays en medio de la explosión publicitaria de inicios del siglo XX1. Sin embargo, el problema yace en nosotros mismos desde el principio. Desde la primera mentira de la historia (Génesis 3:5), estamos convencidos de que podemos ser como Dios —y nos colocamos constantemente en Su lugar.
El orden que el mundo nos ofrece con insistencia es Yo > Los demás > Dios.
La Biblia, sin embargo, nos enseña constantemente que el orden es el opuesto. En realidad, Dios siempre estará de primero (queramos aceptarlo o no). Nosotros, en cambio, deberíamos —voluntariamente— reconocernos en último lugar. Y allí se encuentra la principal de nuestras dificultades en este tema. ¿Cómo aceptar que no somos los protagonistas de nuestra historia?
Dios > Los demás > Yo
El propio Señor Jesucristo nos recuerda nuestro lugar de forma bastante directa (Mateo 16:24-26).
"Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por causa de mí, la hallará. Pues ¿qué provecho obtendrá un hombre si gana el mundo entero, pero pierde su alma? O ¿qué dará un hombre a cambio de su alma?"
Pensando en el pasaje de Mateo 16:24-26, con frecuencia vuelvo a las palabras de John MacArthur, en su sermón Winning by Losing: The Paradox of Discipleship2. En español, dicen así:
"¿Qué significa vivir una vida de abnegación? ¿Morir a uno mismo? ¿Qué significa eso realmente? ¿Alguna vez has pensado en eso? Piénsalo de esta manera. Cuando eres descuidado, no perdonado, o cuando eres despreciado a propósito y te duele y duele con el insulto de ese descuido, pero tu corazón está feliz, siendo considerado digno de sufrir por Cristo, eso es morir a ti mismo. Cuando se habla mal de tu bien, cuando se contradicen tus deseos y se ignoran tus consejos y se ridiculizan tus opiniones, y te niegas a permitir que la ira surja en tu corazón o incluso a defenderte, lo tomas todo con paciencia y en amoroso silencio, Te estás muriendo a ti mismo.
Y cuando soportas con amor y paciencia cualquier desgracia, cualquier irregularidad, cualquier molestia, cuando puedes enfrentarte cara a cara con la locura, la extravagancia y la insensibilidad espiritual y soportarlas como lo hizo Jesús, eso es morir a ti mismo. Cuando estás contento con cualquier comida, cualquier dinero, cualquier ropa, cualquier clima, cualquier sociedad, cualquier soledad, cualquier interrupción por la voluntad de Dios, eso es morir a ti mismo. Y cuando nunca te importa referirte a ti mismo en una conversación o registrar tus propias buenas obras, o te pica el elogio de los demás, y cuando realmente amas ser desconocido, eso es morir a ti mismo.
Cuando ves que tu hermano prospera y tiene sus necesidades maravillosamente conmigo, y puedes regocijarte honestamente con él en espíritu y no sentir envidia y nunca cuestionar a Dios, aunque tus necesidades son mayores y aún no están satisfechas, eso es morir a ti mismo. Y cuando puedes recibir corrección y reprensión de alguien de menor estatura que tú y admitir humildemente, tanto interior como exteriormente, que tiene razón y no encontrar resentimiento ni rebelión en tu corazón, eso es morir a ti mismo. ¿Ya estás muerto?"
Teniendo claro que Dios debe ser el centro de todo, y que nosotros debemos dejar de lado nuestro beneficio personal, nuestro ego y nuestro egoísmo; ya podemos empezar a reorganizar nuestras prioridades y seguir a Jesucristo con libertad.
The Century of the Self, episodio 1, “Happiness Machines,” dirigido por Adam Curtis (2002; London: BBC)
John MacArthur, “Winning by Losing: The Paradox of Discipleship”, Grace to You, 24 de octubre, 1982, https://www.gty.org/library/sermons-library/2321/winning-by-losing-the-paradox-of-discipleship.