Los fantasmas de mi estrés vinieron por mí
Trabajar en animación es maravilloso, pero puede exigir un alto precio: a veces en nuestro tiempo, nuestra energía y nuestra salud mental.
Tuve una noche difícil hace poco. Fue una de esas noches en las que el estrés del día —los plazos, la presión por hacer más y el miedo a quedarme atrás— se manifestó en una serie de extrañas pesadillas llenas de problemas. Fue un claro recordatorio de lo estrechamente vinculada que está nuestra salud mental al exigente trabajo que realizamos en la animación.
Lo cierto es que nuestra industria es una mezcla única de creatividad y presión constante. Somos narradores que a menudo trabajamos con plazos ajustados y expectativas poco realistas, y el miedo a la irrelevancia puede llevarnos al límite.
Por eso estoy convencido de que el autocuidado no es solo una palabra de moda; es una parte vital de nuestra descripción laboral. Muchos lo tratamos como algo secundario, pero es precisamente lo que puede evitar que nos quememos. Cosas como tomarnos una pausa activa del escritorio, practicar un poco de atención plena o simplemente darnos permiso para respirar (literalmente, parar a respirar) pueden marcar la diferencia.
El estrés es real y es algo que muchos enfrentamos. No es señal de debilidad admitir que la presión es demasiada. Es señal de que eres humano. Iniciemos una conversación sobre cómo priorizar nuestro bienestar mental, tanto para nosotros como para el futuro de nuestro oficio.
Las pesadillas fueron una llamada de atención, pero la leve incomodidad estuvo presente todo el tiempo. La rigidez del cuello, el ardor en los ojos, el dolor en la zona lumbar después de una maratón de 10 horas trabajando frente a la computadora. Estamos tan concentrados en el trabajo —los personajes, los colores, la historia— que nuestro propio bienestar físico y mental se convierte en algo secundario, un lujo que no podemos permitirnos cuando se acerca una fecha límite.
Lo que me pasó fue enteramente mi culpa. Tener la responsabilidad de cumplir con plazos de entrega es normal en animación, y nuestro trabajo siempre involucrará una cierta dosis de estrés. Esa parte es algo inevitable, pero yo no hice lo que debí haber hecho para cuidarme, como tomar pausas activas, manejar mejor mi tiempo, y cuidar mejor mi salud física y mental. No se trata de ir al gimnasio una hora. Se trata de movernos a menudo: en pequeños brotes de actividad intencional, que podemos integrar en el día sin interrumpir el ritmo. No requieren equipo especial ni mucho espacio. Solo requieren un pequeño compromiso con nosotros mismos. Y, a diferencia del gimnasio, son gratis.
He aprendido, a menudo a las malas, que este tipo de buenas prácticas no son un lujo, sino una parte esencial del proceso creativo. Son el botón de reinicio que previene el agotamiento, alimenta la inspiración y disipa el estrés y ansiedad leves que pueden aparecer y apoderarse de nosotros.
Así que se me ocurrió escribir esta pequeña guía para nosotros, que trabajamos en animación. Los animadores, los riggers, los artistas de storyboard, los diseñadores, todos los que pasamos el día sentados en una silla, creando mundos para que otros disfruten.
Desmintiendo las excusas
Antes de hablar del “cómo”, hablemos de las mentiras comunes que nos decimos a nosotros mismos y que hacen que sintamos como admisible el descuidar nuestra salud.
“No tengo tiempo para un descanso.”
Esta es la mayor mentira. Lo cierto es que un cerebro estresado y cansado es ineficiente. Un descanso de cinco minutos puede ahorrarnos media hora mirando una pantalla en blanco o cometer un error que tendremos que corregir más tarde. Un poco de movimiento mejora el flujo sanguíneo al cerebro, lo que a su vez impulsa la creatividad y nuestra capacidad de resolución de problemas.“Estoy concentrado; no puedo parar ahora.”
Si bien estar “en la zona” (el flow, como lo llamó el psicólogo húngaro Mihály Csíkszentmihályi1) supone algunas ventajas para nuestra productividad, pasar períodos prolongados sentados en una silla nos puede provocar agotamiento mental (por no decir lo que le hace a nuestra espalda, pero ahorita volveré a ese punto). Descansar un momento puede ayudarnos a ver nuestras tareas con nuevos ojos. ¿A quién de nosotros no le ha pasado que nos quedamos pegados tratando de resolver un shot, pero encontramos la solución inmediatamente después de levantarnos para ir a tomar un vaso de agua? No es casualidad; es nuestro cerebro reiniciándose.“Yo puedo soportarlo.”
El cuerpo humano no está diseñado para estar sentado en una silla de 8 a 10 horas al día. Con el tiempo, estar sentados durante mucho tiempo puede provocarnos diversos problemas, desde dolor de espalda y cuello hasta disminución del metabolismo y mala circulación —al punto que estar sentados demasiado tiempo literalmente puede matarnos. Ignorar estas señales de advertencia es una receta para el malestar físico que, a su vez, puede contribuir al estrés mental.
La pausas activas
El objetivo es convertir estos descansos en un hábito, no en una obligación. Podemos empezar poco a poco, experimentando y encontrando lo que nos funcione. Así que podemos intentar un pausa de 2 a 3 minutos cada 30 a 60 minutos. Podemos programar un temporizador o una alarma en el celular, si lo necesitamos.
La Universidad de Málaga preparó una infografía que resume este concepto y ofrece algunos consejos prácticos.2
Pequeños estiramientos (1-2 minutos)
Es fácil subestimar lo mucho que estar sentado frente a la computadora impacta nuestro cuerpo. Todos podemos beneficiarnos de pequeños estiramientos de vez en cuando, procurando relajar los grupos musculares que más sufren por el sedentarismo al que nos condena nuestro trabajo.
Hay movimientos de estiramiento que podemos hacer directamente en nuestro escritorio, sin siquiera levantarnos. Reconozco que promover cómo no tenemos ni que levantarnos suena antitético a la idea de combatir el sedentarismo, pero la idea es tener soluciones fáciles y prácticas. Además, estos estiramientos son fáciles de implementar entre tareas.
Rotaciones de cuello y hombros:
Podemos girar suavemente los hombros hacia adelante en círculo y luego hacia atrás. Lo hacemos de 5 a 10 veces en cada dirección, y luego inclinamos lentamente la cabeza de un lado a otro, tratando de acercar la oreja hacia el hombro, sin forzarlo. Al final, terminamos con rotaciones suaves de cuello, con cuidado de no forzar la postura. Esta es una excelente manera de aliviar la tensión que se acumula nos acumula al pasar todo el tiempo mirando una pantalla.Estiramientos de muñecas y dedos:
Las manos y las muñecas son nuestras herramientas principales. Empezamos extendiendo un brazo con la palma hacia abajo. Usamos la otra mano para estirar suavemente los dedos hacia el cuerpo para estirar el antebrazo. Luego lo repetimos con la palma hacia arriba. Giramos las muñecas en círculo, luego abrimos y cerramos la mano (cerrando el puño) repetidamente.Giro de columna sentado:
Estando sentados, mantenemos los pies en el suelo y la espalda recta. Giramos suavemente el torso hacia la derecha, apoyándonos en la silla si es necesario. Aguantamos la respiración y repetimos con el otro lado. Esto ayuda con el dolor de espalda y la postura.Círculos de tobillo y elevaciones de pierna:
Sin movernos de la silla, levantamos un pie del suelo y giramos el tobillo en círculos, luego, giramos en la dirección contraria. Repetimos estos movimientos con el otro pie. También podemos estirar una pierna hacia adelante y mantenerla así unos segundos antes de bajarla, y luego seguir con la otra pierna.
Caminar para pensar (5-10 minutos)
Este es el descanso ideal, aunque caminar no nos parezca nuestra idea de descanso, al menos al principio. Nos ayuda a levantarnos de la silla y a alejarnos de la pantalla. En caso de que ocupemos más motivación (o excusas) para justificar ponernos de pie y movernos un poco, aquí tenemos algunas cosas que podemos hacer poniéndonos de pie y caminando un ratito:
Pasearnos por la habitación o la oficina:
Un simple paseo puede hacer maravillas, siempre y cuando no nos quedemos mirando el teléfono. La idea es aprovechar este tiempo para dejar que nuestra mente divague, sin ataduras a una tarea específica. Es sorprendente las ideas que surgen cuando nos despegamos del celular y nos damos permiso de estar “aburridos” un ratito.Un paseo para tomar agua:
Podemos ir a la cocina por un vaso de agua. Es un acto simple que nos obliga a levantarnos, y caminar; con el valor agregado de que nos permite rehidratarnos. Quedémonos un momento y hablemos con alguien (asumiendo que no estamos solos), de algo casual, que no sea trabajo. La conexión humana es un poderoso reductor de estrés.Reuniones a pie:
Si tenemos una llamada individual o una reunión pequeña e informal, podemos sugerirle a esa persona que la posibilidad de reunirnos y conversar mientras caminamos. Esta es una excelente manera de romper con la rutina, al tiempo que nos ayuda a tomar aire fresco y, a menudo, conduce a conversaciones más dinámicas y divertidas.Salir al sol:
Incluso dos minutos de luz solar pueden ayudarnos a regular nuestro ritmo circadiano y mejorar nuestro estado de ánimo. Podemos salir a un balcón, a un patio o simplemente quedarnos junto a una ventana, y respirar un ratito, bajo el calor del sol.
Momentos de conciencia plena (2-5 minutos)
Se trata de conectar con nosotros mismos, no solo de mover el cuerpo. Se trata de conectarnos con el presente.
Respiración profunda:
Empezamos por cerrar los ojos. Inhalamos profundamente por la nariz contando hasta cuatro. La clave está en sentir nuestra respiración llenando nuestros pulmones. Aguantamos la respiración contando hasta cuatro. Exhalamos lenta y completamente por la boca, contando hasta seis. Esto lo repetimos unas 5 veces, y listo. Este sencillo ejercicio calma el sistema nervioso y puede ayudarnos a reducir rápidamente la ansiedad y el estrés.La técnica de conexión 5-4-3-2-1:
Es una herramienta fantástica para sacarnos a nosotros mismos de un estado de pánico, si estamos hundidos en nuestros pensamientos y no podemos parar de pensar en lo que nos asusta. Se trata de nombrar:cinco cosas que podemos ver,
cuatro que podemos sentir,
tres que podemos oír,
dos que podemos oler, y
una que podemos saborear.
Suena demasiado fácil, pero funciona, porque obliga a nuestro cerebro a pasar de las preocupaciones abstractas a los detalles sensoriales tangibles (i.e. a reconocer la realidad).
Escuchar una sola canción:
La clave es escuchar, no solamente oír. Ponemos nuestra canción favorita y la escuchamos con atención. Sin mirar el teléfono ni hacer nada más. Sólo disfrutar de la música y dejar que llene nuestros oídos y nuestra mente.
La clave está en el equilibrio
El cortometraje de Walt Disney Animation Studios, Inner Workings (2016), dirigido por Leo Matsuda, explora de forma muy divertida la necesidad de balance entre trabajo y diversión, y cómo tomarnos un respiro para disfrutar de la vida más allá de la presión del trabajo, las entregas y las responsabilidades puede hacer un mundo de diferencia.
Lo más difícil es implementar estas buenas prácticas de forma consistente, y hacerlas una parte regular e importante de nuestro día a día. Hay algunas cosas que podemos hacer para que se nos haga más “fácil” adoptar este cambio:
Establecer recordatorios:
Usa un temporizador en nuestro teléfono o una extensión del navegador que nos recuerde movernos. Conozco algunos compañeros del trabajo que usan una app de Pomodoro para esto, por ejemplo.
Empezar poco a poco:
No intentes pasar de cero a una rutina completa de la noche a la mañana. Empieza con un descanso de cinco minutos al día y ve aumentando a partir de ahí.
No hacerlo solos:
Podemos aprovechar que todos estamos en la misma dinámica, y pedirle a un colega que nos acompañe a caminar o a una sesión de estiramiento. Es mucho más fácil mantener un nuevo hábito cuando no lo hacemos solos.
Desde una perspectiva cristiana
Como cristianos, sabemos que nuestro verdadero valor y seguridad no residen en nuestros tiempos de render ni en nuestro arte conceptual, sino en la obra terminada de Cristo. Esta verdad es la base para que podamos abordar una carrera desafiante como Animación con excelencia y paz.
El concepto de un día de descanso es bíblico
No somos máquinas. Dios nos hizo sensibles a la necesidad de relacionarnos y descansar. Por eso Dios modeló el descanso después de la creación, estableciendo el concepto de Shabat (שבת) como un principio para nuestras vidas, no solo como una ley antigua.
Si lo pensamos por un momento, podemos ver que Dios no necesita descansar. El día de descanso es para nosotros, para nuestra salud y recuperación. Con eso en mente, hay varias cosas que podemos hacer:
Tener un día de descanso no-negociable:
Debemos cuidar activamente nuestro día de descanso. Podemos reservar un período de 24 horas a la semana (usualmente el domingo) para abstenernos intencionalmente de tareas laborales. Ese día no revisamos correos, ni dibujamos, ni practicamos con un nuevo software. Lo ideal sería que ni siquiera viéramos el teléfono. Esta sugerencia no es legalista, sino que sinceramente se basa en los beneficios de apartarnos de todo lo que sea trabajo, para que podamos dedicar tiempo y atención a adorar a Dios, a convivir en familia, y realmente descansar.Abandonar la idolatría de la productividad:
A veces ni nos damos cuenta de cuán fácilmente adoptamos la idea de que el mundo y nuestros proyectos se desmoronarían si nos tomamos una pausa. Esto es porque es muy fácil caer en la idolatría de la productividad constante. Sería ideal que dejemos de pensar en el descanso como una recompensa por haber hecho algo. En realidad, deberíamos verlo como un componente necesario y esencial de nuestra semana.
Establecer límites saludables y santos
El agotamiento a menudo comienza cuando nuestra vida laboral se fusiona por completo con nuestra vida personal. Desde una perspectiva cristiana, podemos recordar que nuestra vocación, es decir, nuestro trabajo, es una forma de servir a Dios, pero no es la única forma de servirle, ni constituye toda nuestra identidad.
El concepto de santidad no es solo religioso. Etimológicamente, viene de la raíz sanctus, en latín, que significa “consagrado” o “inviolable”. En el griego del Nuevo Testamento, la palabra que se usa para santo es hagios, que puede traducirse como “puro”, implicando algo que no se puede transgredir. Cuando sugiero que nuestros límites deberían ser santos quiero decir que deberíamos procurar que no se puedan desdibujar. De otro modo, encontraremos la forma de perdernos de nuevo en la presión y el estrés del trabajo cuando deberíamos estar descansando.
Con esto en mente, quiero sugerir algunas cosas que podemos hacer:
Definir claramente el “fin del día”:
Debemos establecer activamente horas límite firmes. Digamos, hipotéticamente, cuando llegan las 6 p. m. (o la hora que mejor se adapte a nuestro horario), apagamos la computadora, guardamos la tablet y nos marchamos. Si la fecha límite lo permite, el trabajo pendiente seguirá estando ahí por la mañana.
Filtrar nuestra vida digital:
Podemos desactivamos las notificaciones de trabajo en nuestros teléfonos personales. A mí me funciona muy bien tener perfiles de usuario separados para las cosas personales y para lo que tiene que ver con trabajo. Esta separación “tangible” (aunque sigue siendo digital) refuerza el límite en nuestra mente, y nos ayuda a pasar de “animadores” a “cónyuges”, “papás”, “amigos” o “adoradores”.
Aprender a decir “no”:
Esta es difícil, porque requiere rechazar respetuosamente compromisos adicionales y no esenciales si afectan significativamente nuestro descanso o tiempo en familia. A veces cuando da miedo hacerlo, cuando seguimos equivocadamente convencidos de que nuestro valor radica en el trabajo que hacemos. Una forma de verlo de manera saludable es reconocer que nuestro valor para un equipo está ligado a nuestro rendimiento sostenible, no a nuestra sobreextensión temporal.
Afianzando nuestra identidad en Cristo
La ansiedad en la industria de la animación a menudo surge de la presión del rendimiento y del miedo al fracaso o al rechazo. Nuestro trabajo artístico puede parecer un reflejo directo de nuestro valor personal. Debemos contrarrestar activamente esta mentira con la verdad del Evangelio.
“Venid a mí, todos los que estáis cansados y cargados, y yo os haré descansar.”
—Mateo 11:28
Nuestra máxima aprobación no está en los elogios de un director, la aprobación de un cliente o un premio, sino en el amor inmutable de Dios a través de Cristo. Él ya nos llama “amados”. Cuando recibimos críticas o rechazos, los vemos como retroalimentación sobre nuestro trabajo, no como un juicio sobre nuestro valor.
Cuando nos enfrentemos a plazos intimidantes o problemas creativos desafiantes, podemos pedirle ayuda a Dios, elevando nuestras dificultades en oración. Podemos (y deberíamos) pedir sabiduría y fortaleza. Podemos convertir nuestras preocupaciones en oraciones, y confiar en la soberanía de Dios mientras trabajamos.
Finalmente, sería ideal que nos tomemos un tiempo cada día para darle gracias a Dios. Si cultivamos un corazón lleno de gratitud seremos menos propensos al descontento que alimenta la ansiedad.
Al establecer activamente estos límites, descansar intencionalmente y cimentar nuestra identidad en la obra terminada de Cristo, no solo podemos sobrevivir, sino también prosperar en el exigente y creativo mundo de la animación. Servimos bien a nuestros empleadores porque primero servimos bien a nuestro Creador, glorificándolo a través de nuestra creatividad y nuestra salud.
Recordemos que nuestro trabajo es un reflejo de nosotros mismos. Cuanto más cuidemos a la persona detrás de la pantalla, más vibrantes y resilientes serán nuestros proyectos, y nuestras vida. No dejemos que los fantasmas de nuestra lista de tareas pendientes nos atormenten. Tomémonos un descanso. Nos lo merecemos, y lo necesitamos.
Mihály Csíkszentmihályi, Flow: The Psychology of Optimal Experience (New York: Harper Perennial Modern Classics, 2008).
“Pausas activas,“ Universidad de Málaga, 2021. https://www.uma.es/uma-salud/info/121727/pausas-activas/