Como profesionales de animación —ya sea que seamos animadores, riggers, productores o que tengamos cualquier otro rol dentro del pipeline de animación—, estamos acostumbrados a hacer malabares con nuestra visión creativa y el cumplimiento de plazos estrictos. La presión de producir trabajo de alta calidad y entregar a tiempo puede ser abrumadora. Puede llevarnos al agotamiento y drenar nuestra creatividad.
Pero, ¿y si existiera un método para encontrar un término medio que nos permitiera cumplir con los plazos de entrega sin sacrificar nuestra integridad artística? ¿Y si les dijera que hay principios bíblicos que pueden ayudarnos a hacerlo?
Este artículo explora la gestión del tiempo —una habilidad crucial para los profesionales de animación. Discutiremos los problemas típicos de gestión del tiempo que encuentran los animadores y ofreceremos soluciones viables, enriquecidas por principios cristianos. Comprenderemos mejor cómo equilibrar las exigencias de nuestro trabajo con la creatividad que alimenta nuestra pasión, todo ello basado en la sabiduría bíblica.
La gestión del tiempo es algo más que simplemente tachar cosas de una lista de tareas pendientes. La clave para dominar la gestión del tiempo es crear un flujo de trabajo que fomente la eficiencia y la creatividad. Mantener el éxito y la satisfacción a largo plazo como profesionales de la animación requiere lograr este equilibrio. Analizaremos cómo dejar que los principios bíblicos nos guíen para lograrlo.
Tanto que hacer, y tan poco tiempo
La naturaleza errática de la actividad creativa es una de las principales dificultades de trabajar en animación. A diferencia de otros tipos de trabajo, el trabajo creativo no suele programarse de forma rígida. Debido a esto, nos puede resultar complicado pronosticar cuánto tiempo llevaría un proyecto. Hacerlo mal puede resultar en incumplimiento de plazos y trabajo apresurado de última hora. Además, la industria de la animación suele trabajar con plazos estrictos y los retrasos pueden tener un efecto dominó en equipos o proyectos enteros.
La gran cantidad de trabajo requerido para producir animación es otro desafío. Desde el guión y el storyboard hasta los toques finales, el proceso es meticuloso y requiere mucho tiempo. Sin una gestión eficaz del tiempo, es fácil quedar atrapado en los detalles de un proyecto y perder de vista sus objetivos generales. Esto puede significar trabajar muchas horas extras, o llevarnos a producir un producto final deficiente y apresurado. Ninguna de estas opciones es sostenible.
Además, muchos animadores tienen problemas para establecer prioridades. Tener demasiadas tareas urgentes y críticas puede dificultar saber por dónde empezar. Esto frecuentemente da como resultado tratar de hacer multitasking, aunque se ha demostrado una y otra vez que es menos eficiente y requiere más tiempo que concentrarse en un trabajo a la vez.
Algunas soluciones prácticas
Establecer objetivos y fechas de entrega razonables es el primer paso para que podamos gestionar nuestro tiempo de forma efectiva. Debemos empezar por asignar fechas de entrega a cada una de las actividades más pequeñas y factibles del proyecto. Como nos recuerda Proverbios 16:9,
“La mente del hombre planea su camino, pero el Señor dirige sus pasos.”
Podemos apoyarnos en herramientas de gestión del trabajo, como Asana o Trello para llevar la gestión del proyecto. Si queremos algo más “profesional”, podríamos recurrir a Flow Production Tracking (antes conocida como ShotGrid, y aún antes conocida como Shotgun). El punto es que necesitamos contar con una forma de mantener todo visible y organizado.
Luego, debemos ordenar nuestras responsabilidades según la prioridad. Podemos determinar qué componentes del proyecto son los más importantes y luego concentrarnos en ellos en orden de prioridad. La Matriz de Eisenhower1 podría ser una herramienta útil para ello. Divide los trabajos en cuatro cuadrantes según su importancia y urgencia.
Debemos asegurarnos de que las partes cruciales de su proyecto se terminen a tiempo, comenzando con las actividades más importantes. Así como estamos llamados a priorizar lo más importante primero (Mateo 6:33; Col 3:2), podemos deducir lo importante que es tener prioridades en todo. Aplicar este principio priorizando tareas que se alineen con nuestros valores y misión.
Apartar bloques de tiempo es otra táctica importante. Podemos hacerlo reservando cantidades de tiempo particulares para cada actividad o etapa del proyecto. Pero no es sólo cuestión de poner las tareas en un calendario para el día —debemos eliminar cualquier distracción externa y dedicar toda nuestra atención a la tarea que tenemos entre manos durante estos bloques.
Al utilizar esta técnica, podemos evitar la necesidad de cambiar de trabajo y mantener un flujo de trabajo constante. Después de todo, todo tiene su tiempo, y hay un momento correcto para todo lo que se quiere debajo del cielo, tal y como nos recuerda Eclesiastés 3:1. El reto está en encontrar los espacios y bloques correctos, y concentrarnos en la tarea que tenemos por delante de forma consciente. Pero a todos nos beneficiaría dedicar tiempo a las cosas de una manera que respete nuestra atención.
También debemos incluir un poquito de “colchón” en el tiempo que asignamos a las cosas. Dado que el trabajo creativo puede ser errático, programar tiempo adicional nos permitirá amortiguar retrasos u obstáculos creativos imprevistos. Esto disminuye la tensión y ofrece una protección que nos ayudará a mantener el calibre de nuestro trabajo.
Aquí es importante recordar que debemos confiar en la provisión de Dios y hacer espacio para Su tiempo. Filipenses 4:6-7 nos anima:
“Por nada estéis afanosos; antes bien, en todo, mediante oración y súplica con acción de gracias, sean dadas a conocer vuestras peticiones delante de Dios. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestras mentes en Cristo Jesús.”
Por último, recordemos lo importante que es cuidarnos. Mantener un equilibrio saludable entre el trabajo y la vida personal y tomar descansos regulares es crucial para mantener la creatividad y la productividad.
Debemos asegurarnos de programar tiempo para relajarnos y recargar energías después del trabajo incorporando breves descansos en nuestra rutina diaria. Debemos renovar nuestro espíritu y tomarnos un tiempo para relajarnos, tal como Jesús recomendó a los discípulos que hicieran después de su arduo trabajo. (Marcos 6:31)
En conclusión
Por supuesto, hay situaciones en las que no hay margen para la negociación ni tiempo extra. Es fundamental para nosotros ser transparentes sobre lo que es posible en estas situaciones cuando hablamos con nuestro equipo o clientes. En ocasiones, es posible que tengamos que tomar decisiones difíciles sobre cómo recortar elementos no esenciales para cumplir con el plazo sin sacrificar la calidad general de nuestro trabajo.
La comunicación es clave. Tenemos que tener cuidado para evitar que el estrés o la prisa afecten nuestra comunicación. Como aconseja Colosenses 4:6: “Que vuestra conversación sea siempre con gracia, sazonada como con sal, para que sepáis cómo debéis responder a cada persona.”. Necesitamos manejar estas situaciones con gracia y sabiduría.
Como cristianos que trabajamos en animación, la gestión del tiempo requiere que apliquemos una combinación de fe, flexibilidad y planificación estratégica. Podemos gestionar las exigencias de nuestra carga de trabajo sin sacrificar nuestra creatividad. Lo hacemos priorizando tareas, creando objetivos realistas, y usando sabiamente el tiempo —tanto al organizar bloques de tiempo como al dejar espacio para tiempo de reserva.
Recordemos que mantener nuestro bienestar es fundamental para mantener nuestra inspiración creativa y nuestra productividad. Podemos poner en práctica estas tácticas ahora mismo para ver el impacto que una estrategia integral basada en preceptos bíblicos puede tener en nuestras carreras. Esforcémonos por producir un trabajo sobresaliente sin sacrificar nuestro entusiasmo, bienestar y creencias.
Stephen R. Covey, Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva, traducido por Montserrat Asensio Fernández (Barcelona: Planeta, 2014).