Todos los años, durante décadas, hemos visto cómo las tiendas, las calles y los hogares se llenan de adornos para celebrar la Navidad. En Costa Rica es común que este tipo de decoraciones empiece a aparecer en el paisaje urbano tan temprano como la primera semana de octubre—cuando ya ha pasado el Día de la Independencia, y la salida de las decoraciones patrias deja el espacio disponible para preparar los siguientes eventos comerciales: “Black Friday” (que ahora ocupa la mayor parte del mes de noviembre) y Navidad.
Y así, muchos centros comerciales, calles, parques, e infinidad de hogares, se llenan de árboles de ciprés (sean naturales o artificiales), luces de una gran variedad de colores y (más recientemente) hasta muñecos inflables, conmemorando que se acerca la Navidad.
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Todo un evento
Hay eventos de “innauguración” de la temporada navideña en todas partes. El Hospital Nacional de Niños, por ejemplo, ilumina uno de los dos árboles que tiene sembrados en su jardín frontal. Esta es una tradición que realizan todos los años, desde 1964 —aunque durante los primeros años, antes de que crecieran los árboles del jardín, el arbolito de navidad se traía desde Coronado hasta el hospital. Ahora es todo un evento con patrocinadores (como la Cooperativa Dos Pinos y la Compañía Nacional de Fuerza y Luz), con un programa de actividades, concierto de música navideña, un pasacalles y demás.
De forma similar, la iluminación de la fachada del Museo de los Niños es considerada, en Costa Rica, como uno de los eventos más esperados del año. (O al menos eso es lo que se esfuerzan en decir en los noticieros locales). Las actividades empiezan desde las 4 de la tarde, para llegar a su clímax con la iluminación de la fachada en medio de un espectáculo de video mapping, a las 7 de la noche. Si consideramos que las primeras familias empiezan a asegurar sus lugares para el espectáculo unas 13 horas antes del evento principal, podemos dar por un hecho que se trata de algo muy importante para algunos.
Y así parece que en el imaginario colectivo de los Ticos (o al menos en el de los costarricenses que viven en el Valle Central), la iluminación de la fachada del Museo de los Niños se suma a las corridas de Toros a la Tica en Zapote y al Festival de la Luz en San José, como la definición del “espíritu navideño”.
Los aparentes protagonistas
Por supuesto, todos estos eventos incluyen la infaltable participación de los aparentes protagonistas de la Navidad. Esos que inundan las pantallas y los espacios públicos: Santa Claus, la Señora Claus, y, en alguna medida, el Grinch.
El Hospital Nacional de Niños, como parte de la campaña “Sembrando Esperanza de Vida”, tuvo a Santa Claus y a la Señora Claus invitando al público en general a participar de la jornada latinoamericana de donación de sangre. Al menos la causa es noble.

En otros casos, algunos centros comerciales optan por un giro menos tradicional, aunque siempre al rededor de la “magia” de la Navidad. El Grupo Roble, por ejemplo, decidió que el tema de la decoración navideña de Multiplaza (tanto en Escazú como en Curridabat) serían las hadas. Bajo el título “Fairy Christmas”, el grupo comercial invita a todos los consumidores que visitan sus centros comerciales a vivir “un cuento de hadas esta Navidad”.

Usurpadores de la Navidad
La figura de Santa Claus, que la cultura popular y un enorme empuje comercial han elevado a la posición de preeminencia en las celebraciones “navideñas” suponen un concepto diametralmente opuesto al verdadero sentido de la Navidad.
Veamos la figura de Santa Claus, tal y como nos lo presenta la cultura popular moderna. Podemos, para tener un punto de partida en común, utilizar un villancico popular, disponible tanto en Inglés como en Español. Usemos “Santa Claus is Coming to Town” (o “Santa Claus Llegó a la Ciudad”), escrita originalmente por Haven Gillespie y John Fred Coots, e interpretada en esta versión por Luis Miguel.
"Sabes mi amor, pórtate bien
No debes llorar
ya sabes por qué
Santa Claus llegó a la ciudadÉl todo lo apunta
Él todo lo ve
Y sigue los pasos estés donde estés
Santa Claus llegó a la ciudadTe observa cuando duermes
Te mira al despertar
No intentes ocultarte de él
Pues siempre te veráÉl sabe de ti
Él sabe de mí
Él lo sabe todo
No intentes huir
Santa Claus llegó a la ciudadSanta Claus llegó a la ciudad
Santa Claus llegó a la ciudadTe observa cuando duermes
Te mira al despertar
No intentes ocultarte de él
Pues siempre te veráÉl sabe de ti
Él sabe de mí
Él lo sabe todo
No intentes huir
Santa Claus llegó
Santa Claus llegó
Santa Claus llegó a la ciudad"
En Santa Claus tenemos la figura de un ser ficticio, que la cultura popular describe como omnisciente, y que da recompensas a los niños en base a las buenas obras que hayan hecho durante el año. Así que padres de familia alrededor del mundo le mienten a sus hijos para chantajearlos emocionalmente con regalos durante su infancia y, eventualmente, les dejan saber que todo ha sido una mentira.
Esta representación no es inocente ni inocua. Tal y como lo explica Dale Partridge, del ministerio Relearn1, los cristianos no deberíamos participar de la mentira que es Santa Claus, ni alentarla en la vida de nuestros hijos.
Primero porque desvía los afectos de los niños pequeños de la gracia y la verdad del Salvador hacia un personaje que no sólo es ficticio, sino que además es mucho menos significativo. Y, segundo, porque en última instancia, la mentira de Santa Claus romperá la confianza entre nosotros y nuestros hijos. Peor aún, hará que les sea más difícil creer en Dios.
“¿Cree usted que después de cinco a diez años de decirles a sus hijos que crean y se comporten de cierta forma por un hombre al que no pueden ver, no tendrán rota su confianza para creer en el otro hombre en quien usted les dijo que creyeran y se comportaran ante él, que ellos tampoco pueden ver: Jesucristo?
Si les mentiste acerca de Santa, ¿por qué deberían creer que no les estás mintiendo acerca de Cristo?”
—Dale Partridge
En la figura del Santa Claus moderno, tenemos un Anticristo. Literalmente.
Anticristo, etimológicamente viene del prefijo griego αντὶ que significa “sustituto” u “opuesto” y χριστός (khristós, que transliteramos como Cristo) que significa “el ungido”. Santa Claus literalmente se coloca en el lugar de Cristo —Pero veremos más al respecto en los párrafos siguientes.
Todo a nuestro alrededor se llena de expresiones visibles y sonoras del “espíritu de la Navidad”, con multitud de luces, árboles, coronas de ciprés, lazos, nieve falsa, imágenes de regalos, muñecos de nieve y una enorme variedad de adornos. Y aún así, el verdadero protagonista de la Navidad sigue dolorosamente ausente en todas estas celebraciones.
El verdadero protagonista de la Navidad
El verdadero protagonista de la Navidad es, por supuesto, Jesucristo. La palabra Navidad, para empezar, y según la Real Academia Española (RAE), viene del latín “nativitas”, que significa “nacimiento”. Es la celebración del Nacimiento de Jesús, que es Cristo, el Señor.
“Mas el ángel les dijo: No temáis, porque he aquí, os traigo buenas nuevas de gran gozo que serán para todo el pueblo; porque os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es Cristo el Señor. Y esto os servirá de señal: hallaréis a un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre.”
—Lucas 2:10-12
Aún en Inglés, la palabra Christmas está directamente relacionada con el nacimiento de Jesús. Etimológicamente, Christmas viene de la frase “Cristes mæsse” (de la que se tiene registros desde el año 1038, en plena Edad Media), y que posteriormente evoluciona a “Christ’s Mass” —literalmente, en ambos casos, “la Misa de Cristo”, en alusión a la celebración Católica en conmemoración del nacimiento de Jesucristo.
Recordemos que la palabra Cristo viene del griego χρῑστός y que significa “el ungido”, utilizado en griego como una traducción del hebreo מָשִׁיחַ (literalmente “mesías”), entendido contextualmente como el salvador, cuya venida había sido anunciada por los profetas del Antiguo Testamento.
En el libro de Isaías, en el capítulo 9, podemos encontrar una referencia directa al anuncio del nacimiento de Jesús:
“Porque un niño nos ha nacido, un hijo nos ha sido dado, y la soberanía reposará sobre sus hombros; y se llamará su nombre Admirable Consejero, Dios Poderoso, Padre Eterno, Príncipe de Paz. El aumento de su soberanía y de la paz no tendrán fin sobre el trono de David y sobre su reino, para afianzarlo y sostenerlo con el derecho y la justicia desde entonces y para siempre. El celo del Señor de los ejércitos hará esto.”
—Isaías 9:6-7
Todo esto se expresa cuando el ángel anuncia a María que dará a luz a Jesús (Mateo 1:21 y Lucas 1:26-38)—También previamente profetizado en el Antiguo Testamento (Isaías 7:14). Se confirma con el anuncio a los pastores (Lucas 2:8-14), y se ratifica con la profecía de Simeón, cuando Jesús es presentado en el templo (Lucas 2:25-32)
Así es que Jesús es no solo el protagonista, sino así mismo el regalo de la Navidad. Pero debemos tener cuidado de no perdernos en la celebración del momento histórico. Es fácil concentrarnos en el nacimiento de Cristo y terminar, inadvertidamente, olvidando por qué es que es tan importante su venida. ¿Por qué vino Jesús al mundo?
Mucho más que el nacimiento de un bebé
Jesús es verdaderamente el regalo de Dios para todos.
“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo aquel que cree en Él, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por Él.”
—Juan 3:16-17
Debemos tener cuidado de no dejarnos llevar por la emoción del momento y la felicidad que suele acompañar la celebración de la Navidad. Ciertamente, la Navidad es—y siempre será—un enorme motivo de alegría y gozo. Porque tal y como dice el Credo Niceno, Dios, “por nosotros los hombres y por nuestra salvación, bajó del cielo, y por el Espíritu Santo fue encarnado de María, la virgen, y fue hecho hombre”. Pero no debemos olvidar por qué Dios hizo esto.
No se trata del nacimiento sólamente, sino de la muerte y resurección de Jesús. Se trata de la cruz.
La letra de la canción “It’s About the Cross” (escrita por Jamison J. Statema) lo pone muy bien. Traducida al español, dice lo siguiente:
“No se trata sólo del pesebre donde yacía el bebe. No se trata solo de los ángeles que cantaban para Él ese día. No se trata solo de los pastores, o de la estrella brillante y resplandeciente. No se trata solo de los magos que viajaron desde lejos.
Se trata de la cruz. Se trata de mi pecado. Se trata de cómo Jesús vino para nacer una vez, para que nosotros podamos nacer de nuevo. Se trata de la piedra que fue quitada, para que tú y yo podamos tener vida verdadera algún día. Se trata de la cruz.
No se trata sólo de los regalos bajo el árbol, ni de los sentimientos que esta temporada trae a mí. No se trata sólo de regresar a casa para estar con nuestros seres queridos. No se trata sobre la belleza en la nieve con la que estoy soñando.
Se trata de la cruz. Se trata de mi pecado. Se trata de cómo Jesús vino para nacer una vez, para que nosotros podamos nacer de nuevo. Se trata de la piedra que fue quitada, para que tú y yo podamos tener vida verdadera algún día. Se trata de la cruz.
El comienzo de la historia es maravilloso y genial, pero es el final el que puede salvarte, y por eso es que celebramos. Se trata de la cruz. Se trata de mi pecado. Se trata de cómo Jesús vino para nacer una vez, para que nosotros podamos nacer de nuevo. Se trata del amor de Dios clavado a un madero. Se trata de cada gota de sangre que fluyó de Él cuando debía ser yo. Se trata de la piedra que fue quitada, para que tú y yo podamos tener vida verdadera algún día.
Se trata de la cruz.”
La Biblia nos habla de Jesús como el Salvador, pero no podremos apreciar cuán importante es si antes no entendemos cuánto necesitamos ser salvados. Y tenemos muchísimos obstáculos para entenderlo, desde el orgullo hasta nuestra propia condición de pecado. Si estamos de pie, en la sala de nuestra casa, un paracaídas puede parecer completamente inutil e innecesario. Pero si estamos en un avión en caída libre, a más de 10.000 metros de altura, un paracaídas se volverá instantáneamente en nuestra posesión más preciada. Así justamente es nuestra condición.
"por cuanto todos pecaron y no alcanzan la gloria de Dios"
—Romanos 3:23
Lo cierto es que todos—absolutamente todos—necesitamos que Dios nos salve. No podemos salvarnos a nosotros mismos, igual que no podremos evitar la caída agitando nuestros brazos. Necesitamos comprender cuán perdidos estamos y cuán desesperadamente necesitamos un Salvador, para poder apreciar lo que realmente hizo Dios por nosotros y la salvación que sólamente está en Cristo.
"Porque la paga del pecado es muerte, pero la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro."
—Romanos 6:23"Pero Dios demuestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros."
—Romanos 5:8"que si confiesas con tu boca a Jesús por Señor, y crees en tu corazón que Dios le resucitó de entre los muertos, serás salvo;"
—Romanos 10:9"Porque: Todo aquel que invoque el nombre del Señor será salvo"
—Romanos 10:13"Por tanto, habiendo sido justificados por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo"
—Romanos 5:1"Porque estoy convencido de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni lo presente, ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios que es en Cristo Jesús Señor nuestro."
—Romanos 8:38-39
La Navidad se trata de la Cruz.
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