No se trata de lo que está mal
Cómo dar y recibir retroalimentación con excelencia y humildad.
“En Star Wars, Robocop, nunca pensamos en lo que estaba mal con una toma. Sólo pensamos en cómo mejorarla.”
—Phil Tippett
Cuando trabajamos en animación, sabemos que el feedback es una parte esencial del proceso. Pero a menudo caemos en trampas invisibles que distorsionan cómo damos correcciones. Sin darnos cuenta, la retroalimentación que debería edificar se convierte en juicio, competencia o desgaste emocional.
En entornos creativos, nuestro trabajo parece estar estrechamente ligado a nuestra identidad. Por eso, recibir o dar retroalimentación requiere no sólo habilidades técnicas, sino también sensibilidad, compasión y humildad.
El problema no es el feedback en sí. El problema es cómo lo damos y cómo lo recibimos.
Hay tres actitudes comunes que sabotean una retroalimentación sana:
El orgullo: Usamos el feedback como plataforma para hablar de nosotros mismos, mostrando nuestras credenciales o métodos favoritos. El foco deja de estar en el crecimiento del otro y se centra en nuestra imagen.
La inseguridad: Creemos que si no señalamos errores, parecerá que somos irrelevantes. Entonces buscamos defectos solo para justificar nuestra presencia. Pero liderar también es saber acompañar, escuchar y motivar.
La confianza excesiva: El efecto Dunning-Kruger nos hace creer que entendemos más de lo que realmente sabemos. Hablamos con autoridad donde deberíamos aprender primero.
Estas actitudes no sólo debilitan la colaboración, sino que agotan la creatividad y deterioran la confianza mutua.
Entonces, ¿cuál debería ser el enfoque correcto?
Phil Tippett lo sugiere con sabiduría: no se trata de encontrar qué está mal, sino de buscar cómo mejorar. No es una cacería de errores, sino una conversación para potenciar lo que ya está funcionando.
Como cristianos, este principio tiene raíces profundas:
“sino que hablando la verdad en amor, crezcamos en todos los aspectos en aquel que es la cabeza, es decir, Cristo,”
—Efesios 4:15
El objetivo del feedback no es corregir por corregir, sino ayudar a otros a crecer.
Tres pasos clave para cultivar esta mentalidad:
Reconozcamos nuestras limitaciones. No hay proyecto perfecto. Y está bien. Romanos 12:3 nos invita a pensar con buen juicio, no con orgullo ni falsa humildad.
Abracemos la imperfección como oportunidad. El error puede ser maestro. Podemos reinterpretar fallas como posibilidades creativas.
Descubramos la belleza en lo incompleto. Como dijo el Señor a Pablo: “Te basta Mi gracia, pues Mi poder se perfecciona en la debilidad.” — 2 Corintios 12:9
Dar y recibir feedback con esta actitud no es automático. Requiere intención, formación del carácter y dependencia diaria de la gracia de Dios.
Hablar con verdad y amor no significa suavizar todo o evitar los temas difíciles. Significa comunicar con el deseo sincero de edificar, no de impresionar.
Y al recibir corrección, necesitamos humildad:
¿Estoy escuchando realmente?
¿Este comentario podría ayudarme a crecer?
¿Estoy rechazando la crítica por orgullo?
“El que tiene en poco la disciplina se desprecia a sí mismo, mas el que escucha las reprensiones adquiere entendimiento.”
—Proverbios 15:32
Nuestro trabajo como creativos cristianos no busca la perfección sin errores, sino la excelencia con humildad. Todo lo que hacemos es para el Señor:
“Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres, sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia. Es a Cristo el Señor a quien servís. Porque el que procede con injusticia sufrirá las consecuencias del mal que ha cometido, y eso, sin acepción de personas.”
—Colosenses 3:23-25
Esta semana, te invito a pensar: ¿cómo puedes dar feedback con más gracia y verdad? ¿Cómo puedes recibirlo con humildad y apertura?
Si alguna vez un "error" en tu trabajo terminó convirtiéndose en una idea brillante, cuéntanos. Queremos escuchar tu historia.
Sigamos creciendo juntos, para la gloria de Dios.